Opinión Nacional

Política vs política partidista

Venezuela, al igual que cualquier otra nación del mundo, está conformada por grupos con diferentes intereses; y de la misma forma que en cualquier otra parte del mundo, en no pocas ocasiones esos intereses se contraponen. Esta realidad no puede ser cambiada por nadie en particular ni por ningún grupo en particular. Ni siquiera pueden cambiarla, los más totalitarios de los regímenes políticos, como el Kmher Rouge dirigido en Camboya por Pol Pot ó la Revolución Islámica instaurada en Irán por el Ayatolah Jomeini. Esos totalitarismos están todos condenados al fracaso al intentar homogeneizar a toda una nación bajo los intereses de un determinado grupo; sin importar cuan numeroso sea ese grupo.

La persecución de los intereses de cada grupo es llevada a cabo por distintas organizaciones, donde destacan los partidos políticos; los gremios y sindicatos, las organizaciones religiosas y las asociaciones privadas -con fines, y sin fines de lucro- de todo tipo, como las empresariales, ambientalistas; y organizaciones no-gubernamentales de toda índole. Esa variedad de intereses se convierte en complejidad, cuando observamos que los partidos políticos son numerosos; así como todas y cada una de las otras organizaciones mencionadas.

Para resaltar la complejidad creada por la pruralidad de intereses, basta un sólo ejemplo: La preservación de la vida a toda costa que defienden algunas organizaciones religiosas que se oponen al aborto y a toda forma de control de la natalidad distinta a la abstención sexual; con la posición de aquellas otras organizaciones, que se dedican a promover diversas formas de control de la natalidad con la intención de reducir el embarazo adolescente, evitar que parejas procreen más hijos de los que realmente son capaces de alimentar y educar, y la proliferación de enfermedades de transmisión sexual como el Sida.

Convicciones morales, políticas y económicas, tan firmes como las citadas en el ejemplo anterior, abundan en toda nación entre los diferentes grupos que la componen. La política partidista se dedica a lo que su nombre dice: a tomar partido a favor de un determinado interés; mientras que la Política -con P mayúscula- se dedica a atender a todos los intereses simultáneamente; siendo su fin último el de producir la menor cantidad de insatisfacción entre los diversos grupos. Siempre existirá la insatisfacción debido a la pugna entre intereses. Por ello, la tarea del Político es reducirla al mínimo posible; es decir, dedicarse a perseguir lo que ha perseguido el ser humano desde su aparición en La Tierra: a dispensar justicia.

Contrariamente a lo que puedan pensar algunos, la justicia no está restringida a las decisiones que toman los jueces. Tampoco consiste en darle a cada quien lo que desea. Porque desde los gobernantes, pasando por los gerentes de empresas privadas, sacerdotes, y hasta llegar al seno de cada familia, numerosas personas dispensan cada día, justicia en toda sociedad; y la justicia -en no pocas ocasiones- también se refiere específicamente a darle a algunos, su merecido.

Una nación es lo que su Constitución Nacional establece. Cuando la revisamos, sabemos si sus redactores tuvieron en mente a la Política y a la Justicia -o si por el contrario- se dedicaron a perseguir sus intereses privados -ya sean éstos morales, políticos o económicos. Mientras más cerca una constitución esté de la primera opción, más viable y próspera será una nación. Lo contrario también es cierto: mientras más cerca esté una constitución de la segunda opción, menos viable y más miserable será esa nación.

La constitución nacional venezolana de 1999 tomó la segunda opción; por lo que mientras se mantenga en vigencia, la nación venezolana se acercará cada vez más a la inviabilidad y a la miseria.

La inevitable realidad de los intereses privados, nos lleva a tres importantes conclusiones. La primera de ellas, es que el sistema democrático es el más apropiado para atender a la complejidad de intereses que existen en toda nación. La segunda, que el diseño de la democracia que establezca una constitución nacional, debe asegurar que ningún interés privado predomine sobre los demás intereses; ya sean éstos, morales, políticos o económicos. Y la tercera, que para administrar la muy compleja realidad que crea la interacción entre los diferentes intereses existentes en toda nación, sólo los mejor educados y los más capaces, deben desempeñar funciones de gobierno; y que las más vigiladas de las profesiones en toda nación, deben ser las de maestro, juez y político.

Para nada propongo aquí la conformación de una sociedad elitesca; sino la materialización del refrán: zapatero a tus zapatos.

Venezuela se halla en el caos actual, porque tiene numerosos maestros ignorantes, numerosos jueces venales y numerosos políticos corruptos.

También porque sus constituciones de 1961 y 1999 fueron redactadas para lograr intereses político-partidistas y no los intereses Políticos de la muy plural Nación. Especialmente en cuanto al modelo económico escogido (socialista), porque al crearse un todopoderoso «estado» cuya función principal es «planificar desde el gobierno» a la nación, y dedicarse a la «justa distribución de la riqueza» desde los cargos públicos; cada partido que llega al poder, usa a ese todopoderoso estado para perseguir sus intereses privados y para «distribuir la riqueza» entre sus partidarios.

Para poder perseguir entonces, los intereses Políticos de la nación, hay que eliminar al todopoderoso estado reemplazándolo por muy pocos cargos públicos que ocupen los políticos más educados y más capaces; y que aún así, puedan ser puestos de patitas en la calle, por el voto mayoritario de los intereses privados representados en un muy nutrido parlamento. Mientras simultáneamente, se deja a los ciudadanos y grupos sociales, perseguir dentro de la mayor libertad posible, sus intereses privados; y aún así, sometidos al dictámen de jueces que darán a la mayoría lo que desea, y a las minorías antisociales su merecido.

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