Politización, reconciliación y referendum

Si bien es cierto, que el discurso antipolítico
prosperó epidémicamente impulsado por todos aquellas
individualidades, grupos o corporaciones con capacidad
comunicacional, inundando sin excepción todos los
estratos sociales, ligado éste hartazgo a unas élites
degradadas; también, no es menos cierto, que la
llegada al poder de Hugo Chávez y la escalada de su
controversial desempeño, revirtió aquella
desesperanza, abulia y desconfianza en las soluciones
políticas, en una equizofrénica y enloquecida
intromisión y militancia de la mayor parte de la
sociedad venezolana, que repartida entre el amor de
unos y el odio de otros al «personaje», nos viene
robando paulatinamente, pero con la firme apariencia
de no dar «ni un paso atrás», lo que nos debe ser más
esencial y sagrado: el derecho a vivir nuestra finita,
temporal e insustituible vida cotidiana, que por igual
y con la misma exigencia deberíamos reclamarla todos .

No es mi intención, realizar en este escrito un
discurso antipolítico, por el contrario,creemos en la
política como el camino propicio en la búsqueda hacia
una realidad superior.En los países con sólidas
democracias- una tarea que tenemos pendiente-, la
política es el terreno idóneo para el combate cívico
ciudadano,para la polémica inteligente y un
estimulante a la creatividad y agudeza intelectual.

Pero en el caso venezolano,ese espacio de lo
«impúdico» que condujo a su abandono, provocando
nuestra indiferencia y resignación; se convirtió sin
tiempo a darnos cuenta,luego de estimular un proceso
de destrucción institucional en que, por una parte la
clase media exigía el ejercicio de sus derechos
políticos y el resto de los ciudadanos, la mayoria más
pobre del país, la conquista material de
reivindicaciones sociales,terminó dejándonos a todos a
la interperie e indefensos ante un líder carismático,
dentro de un palpitante y fervoroso escenario de
participacion política,desprovisto prácticamente de
organizaciones intermedias, pero que lejos de haberse
fabricado como un lugar de encuentro para dirimir
nuestros intereses,alentar salidas y soluciones a
nuestras controversias y persuadirnos de recíprocas
ambiciones- desafío al que nos convoca una auténtica
política democrática-,ha sido el campo de batalla
elegido para exacerbar la discordia, sirviendo de
teatro para acentuar la identidad y diferencición
frente a los otros,en fin para mordernos,hacernos la
guerra y hasta matarnos.

Óbviamente, que los cambios necesarios que tanto
pedíamos por la vía política -institucional, han sido
peligrosamente alterados y la poltización en nuestro
país,lejos de ser un sintoma saludable de crecimiento
de la conciencia social y de fortalecimiento de la
democracia considerando la mayor injerancia de la
poblacion en lo negocios publicos, tomó un rumbo tan
exageradamente equivocado, que urge demantelar las
premisas que nos han arrastrado hasta aquí.

No se necesita hacer un gran esfuerzo de imaginación
para saber, que el arquitecto del odio de esta
situación, ha sido Hugo Chávez. Ni tampoco se le
puede escamotear al Teniente-Coronel, conteste con la
visión apocaliptica que tiene del mundo, el éxito que
su prédica ha logrado. Después de todo, hemos caído en
su trampa. Lo que no tiene que ser inevitable es el
desenlace sangriento.

Nosotros nos aferramos a la convicción, que no habrá
reconciliación posible, sea ésta cosmética o no,
cambios ministeriales, rectificaciones sustanciales de
estilo,y aún nueva elección en los de poderes
públicos, sin que el desahogo de buena parte de
nuestros compatriotas se vea compesanda en una
relegitimación electoral del propio Presidente de la
República. Todo lo demás es persistir en estirarle la
vida al muerto por conexión artificial, lo que
significa que sigamos viviendo un clima de
insoportable inestabilidad y violencia política. El
referendum gane quien gane, es una puerta hacia la
convivencia, hacia ya debemos empujar.