Opinión Nacional

Por fin: ¿qué demonios es eso del socialismo?

Cuando apenas salía de la adolescencia, supongo que por influencia de mis amigos y de mis lecturas, me declaré socialista. Al extremo, yo diría que grotesco, de que en “Integración Republicana,” un grupo más bien conservador que planteó en 1958 la candidatura unitaria del doctor Martín Vegas y terminó cometiendo el disparate de apoyar la nada unitaria de Rafael Caldera, junto con otros jovencitos formé una facción socialista.

Y cinco años después, cuando se planteó la nada revolucionaria candidatura de Arturo Uslar Pietri, en la que tuve una posición de vanguardia, de nuevo volví a las andadas, pero esa vez con un resultado plausible, pues al frente de los jóvenes que nos creíamos socialistas busqué y obtuve el apoyo de los jóvenes comunistas, que estaban en la clandestinidad y nos prestaron su infraestructura en los barrios de Caracas, lo que en buena parte logró que Arturo arrasara en la capital y en su zona de influencia. Luego, realmente asqueado de la realidad de entonces, me fui de Venezuela, y en 1968 recalé en Dinamarca, en donde conocí de cerca a los socialdemócratas y sus ideas, que me conquistaron del todo. Cuando regresé a Venezuela fui testigo del nacimiento del MAS (Movimiento al Socialismo), en donde se ubicaron casi todos mis amigos comunistas, y de nuevo me sentí atraído por sus sueños. Acción Democrática, que empezó a calificarse de socialdemócrata, para mí era demasiado arroz con mango, demasiado desorden, demasiada inconsistencia, como para que yo pudiera calificarla de socialista. Y para hacer el cuento corto, en 1998 la corrupción de los grandes partidos permitió que llegara al poder un militarcito golpista, demagogo, populista, pero que terminó proclamándose socialista. Y lo que he visto a partir de entonces como socialismo me ha llenado de horror.

El socialismo en el gobierno que hemos visto en Venezuela no es otra cosa que ineficiencia, incapacidad, corrupción, mala fe, fraude, deshonestidad, abuso de poder, demagogia y populismo del más barato. En manos de ese socialismo, Venezuela desperdició la oportunidad de desarrollarse y alcanzar la prosperidad, Ese socialismo expropió fincas en plena producción y hoy no hay alimentos en Venezuela, expropió las empresas productoras de cemento y hoy no hay cemento en Venezuela, expropió las empresas productoras de cabillas y hoy no hay cabillas en Venezuela. Todo lo ha dañado. Y que no me vengan con el cuento grotesco de la “conspiración,” la pretendida “guerra económica” contra el gobiernito de turno. Todos estamos viendo lo que realmente es. Vemos que los funcionarios socialistas no sirven, sin incapaces, son mentirosos, empezando por el presidente de la república. Si eso es el socialismo, lo repudio públicamente. No me arrepiento de haber creído en mis sueños, no.

Soy, en el fondo, un poeta. Y la poesía es sueño. Pero, por lo mismo, sería un pésimo gobernante. Y reconocer las propias limitaciones es una de las primeras condiciones para considerarse honesto y vivir satisfecho de uno mismo. Que es lo que quiero ahora, cuando hace ya muchísimos años dejé de ser alguien que salía de la adolescencia.

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