Opinión Nacional

Por la maleta se saca al pasajero

Abandonar las formas de lucha democráticas y saltarse el marco legal juega precisamente en contra de cualquier objetivo político o reivindicativo por muy justo que éste sea. ¿Por qué? Pues porque desnaturaliza y desvirtúa la esencia de la acción, desplaza y distrae la atención de la opinión pública hacia aspectos distintos a los objetivos medulares, da argumentos al adversario, favorece la represión policial-militar, desalienta a buena parte de las fuerzas políticas y sociales comprometidas con las luchas, así como a fuerzas aliadas, a la vez que ahuyenta a importantes sectores que, aun cuando están bajo la órbita del adversario, podrían asumir y acompañar posiciones políticas o demandas sociales que interpretan y reflejan su propia realidad.

Sin duda, las manifestaciones y protestas de las últimas semanas tienen absoluta pertinencia en cuanto a los problemas políticos, económicos y sociales que están en su raíz y que han llegado a saturar a buena parte de la población: irrespeto y discriminación contra quienes disienten del gobierno, aterrador crecimiento de la criminalidad e inseguridad ciudadana, pavorosa inflación y carestía de la vida, prolongado y desesperante desabastecimiento de alimentos, medicinas y otros productos de primera necesidad, desempleo creciente, salarios depauperados, galopante e impune corrupción, entre otros.

Todos esos graves problemas afectan a la mayoría de los venezolanos por igual, tanto a los adversarios del gobierno como a quienes lo apoyan. Siendo así, las manifestaciones y protestas convocadas por la oposición pueden perfectamente representar el sentir y atraer la participación de hombres y mujeres del pueblo chavista, siempre y cuando esas movilizaciones tengan carácter pacífico y democrático, como lo fue la monumental concentración realizada en la avenida Francisco de Miranda el sábado 22 de febrero por la Mesa de la Unidad Democrática.

Pero las guarimbas, barricadas, bloqueo de calles y avenidas, quema de vehículos y basura, lanzamiento de piedras y bombas molotov, destrucción de bienes públicos y privados, agresiones verbales y físicas contra transeúntes y periodistas que cubren las protestas, terminan por convertirse en expresión de vandalismo, con lo cual no solamente espantan a las bases chavistas sino que además generan malestar entre la ciudadanía, así como división y fricciones entre las fuerzas políticas y los simpatizantes de la oposición.

Un viejo dicho popular sostiene que “por la maleta se saca al pasajero”, en el sentido de que el tipo de equipaje y sus contenidos hablan en buena medida del tipo de persona que es su propietario. Así mismo, los métodos de lucha hablan en buena medida de la naturaleza y los procederes de los movimientos políticos y sociales, a la vez que permiten prefigurar el modelo de sociedad que postulan.

Un sencillo ejercicio de imaginación podría llevar a cualquier observador a vislumbrar cómo sería un gobierno y una sociedad dirigida por los sectores ultrarradicales que prefieren los métodos guarimberos. No es difícil imaginar que sería un gobierno intolerante, autoritario, excluyente y represivo, o sea, una especie de chavismo al revés pero empeorado. No en balde siempre se ha sabido que los extremos se tocan.

Debo decir, eso sí, que aunque rechazo sus métodos, respeto a los guarimberos que exponen su pellejo en las calles ante la cruenta represión militar-policial y de los grupos irregulares amparados por el gobierno. No así a los guarimberos de internet, que desde la impune comodidad de las redes sociales incitan a otros a la violencia.

Quienes queremos un cambio de rumbo en el país no podemos atender a quienes convocan a la guerra. Antes por el contrario, debemos exigirle al liderazgo de la alternativa democrática que asuma la conducción política de las protestas, dialogue de tú a tú con el gobierno para exigir el cese de la impunidad y de la represión policial-militar, libertad para los estudiantes y presos políticos, respeto a la oposición democrática, reinstitucionalización del país, así como medidas urgentes para solventar la crisis económica y social que empobrece a los venezolanos.

De no hacerlo, quedaremos a merced de los guarimberos del gobierno y de la oposición.

 

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