Opinión Nacional

¿Por qué otra vez RCTV?

El nuevo cierre de Radio Caracas Televisión Internacional y la recién estrenada normativa para restringir la programación de televisión por cable no sólo son ostensibles violaciones a nuestros derechos fundamentales, sino que demuestran una torpeza política de tal magnitud que es difícil interpretar si el ministro y director de Conatel, Diosdado Cabello, lo hizo para ganarse unos puntos con su jefe o para terminar de hundirlo.

Pareciera que dado los resultados y el rotundo rechazo internacional a la medida su motivación es más lo segundo que lo primero.

¿Será eso entonces? Si no fuera así para qué reavivar el fuego originario del movimiento estudiantil en medio de gravísimas divisiones internas y de terremotos autoinfligidos por pura ineficiencia.

¿Será que se les olvidó que fueron los estudiantes ­ante el primer cierre de Radio Caracas Televisión­ los que surgieron como fuerza para decidir la batalla de la reforma constitucional? O no es así, y por lo tanto la nueva agresión a Radio Caracas es producto de una lógica maquiavélica más profunda en la cual el director de Conatel sólo siguió dócilmente las instrucciones de Miraflores.

En efecto, esta nueva arremetida contra la libertad podrá ser el inicio de lo que nos espera: el camino de la radicalización escogido por el Gobierno ante su nueva realidad.

Una realidad caracterizada por el resquebrajamiento del liderazgo, los escándalos de corrupción, los pleitos a muerte dentro del chavismo, así como el espectacular colapso de la capacidad ejecutora del Gobierno, el caos eléctrico, la inseguridad desatada y la inflación disparada.

Todos estos problemas ­Chávez lo sabe­ no sólo no serán resueltos, sino que se agravarán de aquí a las elecciones de septiembre. Por ello, el Presidente puede haber llegado a la conclusión de que la mejor forma de mantenerse en el poder es radicalizándose y hacia allá va.

Su lógica será entonces la de aferrarse a la silla, reprimir, promover el caos a su antojo, incluso con rumores elaborados en su propio laboratorio si es necesario, y darle la espalda a la crítica internacional y a la de sus propios seguidores light.

Lo cierto es que no hay un periódico comprometido con la democracia en el mundo que no haya criticado este nuevo asalto a la libertad de expresión en Venezuela. Desde Australia, Europa, Estados Unidos y América Latina se oyen las protestas y las alarmas. Más en periódicos como el Washington Post, famoso por su rol en la renuncia de Richard Nixon. La semana pasada condenó la medida contra la televisora y acusó a los otros gobiernos de la región, incluido el de Obama, por su silencio y complicidad ante las continuas violaciones a la libertad y la democracia por parte del gobierno de Chávez.

Para tragedia nuestra, las críticas se han multiplicado con la terrible muerte de dos estudiantes.

De la misma manera, la prensa internacional ha sido solidaria con los cientos de muchachos cobardemente heridos por la barbarie de unas fuerzas policiales que siguen las órdenes de unos trogloditas cada vez más parecidos a los gorilas que tanto criticaron cuando eran jóvenes.

Es cierto, puede ser que el segundo cierre de Radio Caracas Televisión forme parte de una estrategia para promover el caos, pues como va, Chávez no ganará las elecciones de septiembre. Sin embargo, la fuerza de la gente en la calle puede obligarlo a vestirse otra vez de corderito como lo ha hecho otras veces.

Con este gobierno todo es posible, por ello la única y verdadera arma con la que cuenta la oposición democrática es la calle, y eso lo está haciendo muy bien.

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