Por un país

Escribo este artículo el miércoles 10 de Abril cuando aun no se sabe a quien eligió el pueblo y a quien proclamó presidente el C.N.E. Después de una enorme concentración de venezolanos y de entusiasmo, el Domingo en la Avenida Bolívar, no es difícil anticipar que el Soberano elegirá el próximo Domingo a Capriles Presidente de la República por seis años. Ahora solo falta que el C.N.E. proclame la voluntad expresada por el pueblo. Como eso no se sabrá hasta el 14 en la noche, tenemos que tratar el tema VENEZUELA que es siempre la prioridad tanto antes como después de las elecciones gane quien gane.

La Venezuela del 15 de Abril, una vez se proclame el triunfo de Capriles, que es el triunfo de la unidad de la Venezuela que queremos tener todos los venezolanos, millones de ciudadanos socialistas incluidos, nos liberaremos de esa “máquina de destrucción” llamada revolución que en catorce años de gobierno ha logrado un alto porcentaje de la meta que se propuso: la total destrucción de Venezuela para construir otra mejor que resultó ser mucho peor. Atender los problemas del país, que nos afectan a todos, es lo primero. Una tarea nada fácil pero posible si se maneja con la colaboración y no el saboteo al nuevo gobierno. Si esta es la alternativa todos unidos podremos salir, progresivamente, de esta etapa destructora y superarla. La dificultad política quedaría superada con el lema: todos unidos dispuestos a construir un Nuevo País.

La Venezuela del 15 de Abril si el CNE proclama a Maduro, todavía pintón, como Presidente de la República todo se complica y la reconstrucción de Venezuela no será la prioridad. El primer problema, y bien grave por cierto, es que el pueblo habiendo escogido bien se sienta burlado y se vaya a las calles para reclamar la victoria como el Soberano que es. El segundo problema será como puede reconstruirse un país y atender con prioridad los múltiples problemas que hoy nos afectan cuando la meta de todo proceso revolucionario no es el bienestar de los ciudadanos sino destruir al país y convencer, además, al pueblo que la destrucción del orden viejo es necesaria para que se inicie un orden nuevo que después nunca llega o resulta peor. Los rusos, los chinos y los cubanos conocen bien este cuento revolucionario que fue una tragedia para sus respectivos países en beneficio de unos pocos que pasan entonces a ser la “nueva oligarquía”. Con la bandera de la justicia social desplegada sometieron a los ciudadanos de esos tres países a vivir de rodillas ante el Estado de manera que la revolución fue el camino hacia la esclavitud y el hambre. Para salirnos de esta “trampa” no hay mas remedio que hacer valer la voluntad que exprese el pueblo, soberano único, y no la que proclame como tal el C.N.E. porque la voluntad popular prevalece sobre la voluntad de apenas cuatro ciudadanos que se desempeñan como funcionarios de una autocracia y como tales obedecen al Poder y no al Soberano.

Varias son las señales de la derrota de Maduro: el pajarito que le trajo un mensaje risible de su muleta; tocar el Himno Nacional de otro país reconociendo así su soberanía; la enorme concentración y entusiasmo en la Avenida Bolívar del pasado domingo con Capriles y, para rematar, la cita de Tibisay Lucena, desesperada, para el martes 9 a las 3:00 p.m. a los dos comandos de campaña para que se comprometieran a aceptar el resultado electoral que ella anunciará el 14 de Abril. El compromiso de Capriles es con el pueblo, UNICO SOBERANO, no con una funcionaria.

Profesor de Instituciones

Políticas de la U.C.A.B

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