Opinión Nacional

Porque ÉL sí lo puede

Hace once años tenemos el aliento contenido. Son más de 4015 días con especial énfasis en sus noches, que en Venezuela no se duerme en paz.Cuando no es la delincuencia, es la electricidad. Cuando no es la carencia de alimentos, es la corrupción. Cuando no es la institucionalidad genuflexa ante el poder, es la indefensión. En fin, abra usted un periódico y verá, con todo lujo de detalles, lo que pasa en Venezuela.D e lejos, como me decía una persona en días pasados, al ver al mandante por TV,  a través de Internet, o de las reseñas de algunas cadenas de noticias, la cosa luce de telenovela venezolana de la época dorada. Con su personaje a dos nombres combinados que hace desmanes en la sabana, lo que falta es ver a la “Catirrucia” (modo venezolano de referirse a una mujer que es bastante rubia y que fuera encarnada por Doris Wells) lamentándose de las “marramucias” (trampas en venezolano) de Eleazar Meléndez (Carlos Márquez) en aquella novela de 1978 titulada “La Fiera”. Lo que diferencia a esa época dorada de esta telenovela permanente, es que se trata de un rosario de problemas sin final feliz, un “quítate tu pa’poneme yo” en un estilo sin horario, dejando de lado aquella cita frente al televisor a las 9.00 de la noche en cualquier hogar. Ya con el aparato de TV se tiene una comunión permanente, nunca se sabe cuando ÉL podrá antojarse de algo y tampoco se sabe si ese algo es de uno.La forma de gobernar -por esa carencia de gobernanza que hay en Venezuela- es por entregas de TV. Despojos, violaciones a los derechos humanos, insultos, imposturas.  Una parrilla televisual imposible de determinar porque ÉL si lo puede. Se antoja de lo que quiere, cambia hábitos de consumo, acaba con las inversiones y da lecciones de baño. Canta lo que quiere y cuando quiere como en “American Idol”, dicta lecciones históricas y blande espadas porque sólo ÉL lo puede. Edificios, fincas, empresas. Todo un aparato de productividad llevado de la noche a la mañana a un plano de absoluta parálisis de su actividad original, y convertido en industria a la soviética: en propiedad estatal al mejor estilo del atraso empresarial y competitivo.Porque ÉL sí lo puede ahora la emprende con Empresas Polar. Va y quiere meterse con la arepa y la cerveza, con el alimento base de los venezolanos porque a ÉL le apetece.Los votos de la asamblea le darán una llamada de atención a esta novela. Será un momento como aquel en el que Eleazar Meléndez y familia se vieron desplazados por José Bardina de quien finalmente se enamoró la “Catirrucia”. Y entonces, sólo entonces, no sabremos si podrá. Basta ver lo que haga la Mesa de la Unidad por poner, junto a los votos de quienes creemos en los finales felices,  en las sillas de los diputados a gente comprometida.

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