Opinión Nacional

Porque les da la gana

La única manera que tenía la presidenta de la Asamblea Nacional de demostrar la equivocación de los periodistas Cecilia Caione y Pedro Pablo Peñaloza –quienes han venido denunciando violación de los derechos de los trabajadores del Poder Legislativo y un escandaloso nepotismo, expresado en la contratación de más de una decena de familiares de Cilia Flores–, era demostrar que nada de esto era cierto, que ningún familiar suyo ha sido incluido en la nómina de ese poder público y que ella sería incapaz de imponer el enganche de un pariente por atajos descarriados de los procedimientos legales.

También ha podido presentar una lista con los nombres de sus hermanos, primos, hijos, consuegros y sobrinos donde se hiciera evidente que ninguno pertenece a la plantilla de la Asamblea Nacional.

Si la diputada Flores hubiera procedido de esta manera, las denuncias de los reporteros hubieran quedado como un infundio. En lugar de eso, optó por insultarlos… Bueno, es preciso aclarar que las inventivas que vocifera un funcionario cuya conducta pública está en entredicho, cual es el caso de Flores, contra los denunciantes de sus presuntas tracalerías no son insultos sino flores arrojadas sobre quienes, al cumplir con la sociedad, apuntan a quien la desfalca.

Si las afirmaciones de los periodistas son calumniosas, el deber de la diputada Flores es desactivarlas con hechos; porque es muy grave que la presidenta de la Asamblea esté acusada de haber amañado un concurso para declarar perdedores a quienes tenían méritos, para favorecer a unos consanguíneos suyos cuyo ingreso en la nómina de la Asamblea dependió de una entrevista…

sostenida con otro familiar.

Ciertamente, los señalamientos dibujan un cuadro tan patético, tan de violar cuantas leyes sea necesario con tal de matarle el hambre a la parentela, que es comprensible que la diputada Flores haya perdido toda compostura en el hemiciclo.

El país espera las pruebas de que la estampa plasmada por los periodistas es una falacia.

De lo contrario, sospecharemos que la máxima autoridad del Parlamento abrió la puerta trasera a medianoche para que sus familiares se pusieran en cobres fijos, sin justificar su idoneidad para los cargos y sin que nadie se atreva a cuestionar su desempeño laboral, porque si se colaron con tremendo apoyo así mismo habrán de conducirse. Llegaremos a la conclusión de que los metió porque le dio la gana. Y si la República le exige una explicación, ella dice que su respuesta es: «Un mayor compromiso y mayor lealtad al proceso revolucionario y a su líder, que es el presidente Chávez».

Ésa es la excusa de todos. Con el mismo criterio procede, por mencionar un ejemplo rápido, quien haya echado unas cercas en el Parque del Este, que interrumpen la ruta habitual de los usuarios para sus paseos y rutinas de ejercicio físico. Sin criterio, sin consultar a nadie, sin ofrecer explicaciones, sin evitarle a los parroquianos la molestia de sortear los carros en un tramo de su recorrido, fueron puestas las cercas, porque sí, porque a algún inepto le dio la gana.

Y no otra es la guía del proceder de Chávez al anunciar que, en lo sucesivo, los suboficiales serán ascendidos a oficiales técnicos. Porque a él le da la gana. Al hacer pública su decisión dijo que había una comisión trabajando en eso; y uno se pregunta: y si la supuesta comisión establece que no hay fondos para remunerar a los centenares de nuevos oficiales o, simplemente, que la medida no conviene o carece de sustento, qué pasa con las expectativas despertadas en el reciente ataque de populismo militar.

Cierto es que Chávez es autoritario, destructivo, de maneras circenses (en números que no exijan más valor que una esfera roja en la nariz) pero, sobre todo, es un tipo muy mediocre, de formación más que precaria y muy escasa dotación moral.

Sus inmensas fallas intelectuales y éticas han sido la gran marca de su gobierno, caracterizado por la ineptitud, el malgasto de los recursos y la corrupción de los funcionarios; algo que no debe sorprender porque sería muy raro que un hombre, a la vez rústico e insolvente en el pundonor, vaya a rodearse de gente de calidad, que haría contraste a su naturaleza agreste y estridente. De allí que la media de este Gobierno sean Nicolás Maduro y García Carneiro. Y el estilo sea el de la piratería y el abuso.

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