Opinión Nacional

Profesión de alto riesgo

Una buena manera de medir el nivel de riesgo de las diversas profesiones es
referirse a las primas de seguros de vida y accidentes personales, las
tarifadas de acuerdo a las posibilidades de percance que puede correr una
persona en el ejercicio de su oficio. Por ejemplo, a un buceador de esos que
se dedican a atender problemas serios en los pozos petroleros del Mar del
Norte, o a un bombero de la ciudad de NY post 11 de septiembre, o a un
trapecista del Circo Chino – por sólo poner tres ejemplos – la empresa
aseguradora aplicará una prima alta.

Acaba de ocurrirme algo muy interesante. En una conversación con un corredor
de seguros, le pregunté sobre el costo de un seguro de vida y accidentes
personales. «Eres periodista, ¿no?», preguntó. «Sí, ¿por qué?», le respondí.

«¿Pero eres reportero en la calle, cubriendo para algún canal o estación o
periódico?, insistió. «Soy articulista, y trabajo por mi cuenta», respondí
ya muy intrigada.

La conversación me dejó con una idea rondando en la cabeza. Si bien no me lo
dijo, presiento que la profesión de reportero va camino a ser clasificada
como de alto riesgo. Así estamos en este país.

Ayer – domingo 20 de enero de 2002 – como ya se va haciendo costumbre, un
grupo de fanáticos vituperó a la prensa no oficialista, la atacó verbal y
físicamente, e impidió que realizara su labor periodística. Salvo por las
palabras solidarias de algún representante de la Casa Militar, a quien me
permito recordarle que «obras son amores, y no buenas razones», la prensa no
fue protegida o defendida por los cuerpos de seguridad del Estado.

Me cuentan algunos colegas que allí estuvieron que el asunto no fue nada
leve, que la cosa se puso color de hormiga amazónica, y que optaron por
retirarse ante el inminente peligro de linchamiento. Escribo la palabra
«linchamiento» y se me eriza la piel.

¿En qué clase de perversa turba se nos está convirtiendo nuestro pueblo?
¿Qué voz instiga a la violencia? La respuesta es una: la voz de un hombre
que hace muy poco dijo, y cito: «… No, la violencia es el arma de los que
no tienen razón. Mentira, no siempre es así. A veces a un pueblo no le queda
más recursos que la violencia para abrir el camino hacia la razón y hacia la
verdad. Muchas veces eso ha sido así. Bueno, veamos la historia que es una
maestra y ahí está el espejo de la historia, pues solo así Venezuela pudo ir
labrando este camino …».

¿Así habla un Presidente democrático? No, así habla y así se comporta un
autócrata, un tiranuelo, un fascista solapado. La Sra. Elena parió un
segundo Zamora.

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