Opinión Nacional

Profesión: Venezolana

Siempre que he tenido que llenar formularios en los que tengo que colocar mi profesión, he dudado sobre qué escribir. Tengo muchas profesiones, que van desde ser mamá, profesión que me ocupa veinticuatro horas al día, hasta ser ingeniero, profesión que nunca he ejercido. Soy educadora, desde que estaba en bachillerato y les daba clases a mis primitos, hasta hoy cuando todavía imparto clases de matemáticas. He sido choferesa, porque buena parte de mi tiempo lo he ocupado llevando a mis hijas a todos lados. He sido cocinera, señora de limpieza. Escribo, y deseo con toda mi alma convertirme en una gran escritora. Soy comunicadora: tengo una columna de opinión, un programa de televisión y otro de radio. Soy miembro de varias organizaciones de la sociedad civil: Red de Veedores, Mujeres por la Libertad, Asamblea de Ciudadanos. Y hay hasta quienes piensan, que como opino sobre política, también soy política. En honor a la verdad, esto último me sería muy difícil serlo, porque no tengo “mano izquierda”, como dice mi mamá.

Como tantos otros venezolanos, fui formada por mi familia en principios, dignidad y valores. Mis maestros me dieron las herramientas para desenvolverme como profesional. Recibí preparación para la vida, y para servir a mi país.

Como tantos otros venezolanos, los últimos cuatro años, me tocó asumir de manera activa, la venezolanidad para la que me había preparado. El camino ha sido largo, empinado, y muchas veces difícil. Pero nunca desalentador. Jamás frustrante. En todo momento ha valido la pena. Y mientras más lo recorro, más siento que vale la pena recorrerlo. Porque amo a mi familia y amo a mi Venezuela.

No he necesitado mucho equipaje para el camino: tan sólo mis convicciones, mis ideales y mis sueños. Una cacerola, un cubierto para sonarla, y una bandera amarilla, azul y roja, con siete estrellas sobre la franja azul. Y quienes vamos en ese viaje somos cada vez más numerosos. Me alegra haber contado desde el principio con la compañía de mis hijas, de mi marido, de mi mamá, de mis hermanos, y de tantas amistades que me honran. Y con el recuerdo, las enseñanzas y la influencia de mi papá, tan indeleblemente grabadas en mi alma.

En la nueva Venezuela, todos ejerceremos, en primera instancia, como venezolanos.

Y el día que vuelva a tener uno de los formularios del los que hablé al principio de este artículo frente a mí, no dudaré en colocar, en letras mayúsculas, doradas y gigantes:

Profesión: VENEZOLANA.

Y cuando me observen que escribí mi nacionalidad en el lugar de mi profesión, les explicaré, con infinito orgullo, que no se trata de ningún error, porque mi profesión, como la de muchos otros, hoy y siempre, es, en toda la extensión de la palabra, la de ser venezolana.

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