Opinión Nacional

Prudencia

Me resultó muy preocupante el oír decir al presidente Maduro, en el mitin del 2-5-13, que «si la derecha hubiera ganado la elección, el pueblo y la Fuerza Armada hubieran salido a la calle»…

Lo que corresponde al pueblo y a la Fuerza Armada es respetar el triunfo de cualquier candidato en los comicios presidenciales. Con prescindencia de cada opinión personal, deben acatarse las leyes electorales e impedirse toda insumisión a la autoridad respectiva, lo cual implicaría un alzamiento. La democracia está quintaesenciada en la mayoría popular y burlar su voluntad es gravísima conducta antidemocrática. Rawls asevera que beneficiarse de las reglas de la democracia y al propio tiempo desconocerlas, es inicuo. Aquella mayoría es tan supremamente medular e importante, que fulgura como único e indiscutido criterio universal de legitimación: en los sectores políticos antinómicos menudean creencias opuestas acerca de la eficacia del Gobierno, su liberalidad y aun si se degradó a una tiranía, contra la cual existe el ius rebelium que según Ortega y Gasset es a veces «imperativo». Los alzados ¿serían criminales o héroes? Ello depende de la legitimidad del Gobierno y el busilis de la tan discutida cuan tremenda cuestión es el apoyo mayoritario, cuya existencia legitima y su falta condena.

Socialismo y capitalismo: regímenes con los que se puede estar de acuerdo o no; pero hay que respetar las ideas de todos y respetar a los disidentes, así como abominar la intolerancia porque conduce a lo más detestable: la violencia y su asesina sed de sangre. Por todo ello es que jamás me convenció eso tan cantado de que la Fuerza Armada debe ser «socialista». Tal conlleva intolerancia pues si algún día ganan los derechistas o capitalistas ¿cuál ha de ser el proceder de la Fuerza Armada? ¿Reconocerá a los triunfadores? Como institución está obligada a no pronunciarse a favor de sistemas político-económicos y sí han de honrar su responsabilidad eminente de respetar la voluntad del pueblo y hacerla respetar. Punto final.

No puede haber capital (que unos ponen) sin trabajo (que otros ponen); pero tampoco trabajo sin capital. Así que no es lógico desterrar el régimen capitalista que, vaya coincidencia, rige en casi todo el mundo y es emblemático de Occidente. Lo cual no significa que sus abusos, en holocausto de la dignidad humana, se justifiquen. Por avaricia se ha degradado a una lucha inhumana, sea doméstica e internacional (que domina e impera en la política al través del dinero); pero un capitalismo refrenado respecto a la libre concurrencia o mercado y cuyos libres competidores no gocen de libertad ilimitada e informado de justicia social (la propiedad no es un derecho absoluto), crea bienestar. La clave es moderación, que igual le va muy bien al socialismo…

 

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