Opinión Nacional

Puntos de encuentro para profundizar la democracia

Se está próximo a cumplirse un mes de la firma del Acuerdo entre
los representantes del Gobierno Nacional y los factores de la Oposición. La
verdad es que el pasado 29 de mayo los venezolanos fuimos testigos de un
gran acontecimiento, de un hecho político que sólo se vive y se da en
democracia, como lo fue ese acto consensual, donde se establecieron puntos
de encuentro que profundizan la democracia.

Para llegar a esos niveles de compromiso fue necesario la
instalación de una Mesa de Diálogo, Negociación y Acuerdos, donde las
partes se reunieron por más de seis meses para tratar temas relacionados
con lo electoral, el desarme de la población civil y la conformación de la
Comisión de la Verdad sobre los hechos de abril del 2002.

Sin embargo, más allá de esas temáticas, debemos recordar que en
Venezuela se vienen dando situaciones traumáticas que abarcan desde un
Golpe de Estado que derrocó al Presidente de la República y eliminó la Constitución de 1999, hasta la instauración de una dictadura de corte
fascista y el negro episodio de sabotaje contra la principal industria del
país como lo es PDVSA.

Precisamente, la figura del Acuerdo es para enderezar la lucha
política hacia los canales válidos y permitidos por el sistema político.

Por supuesto, tras este acto consensual pudiera decirse que la democracia
venezolana salió fortalecida, porque al fin, la racionalidad política se
impone sobre el criterio irracional de aquellos sectores que pretendieron
– y aún lo hacen- desconocer el legítimo mandato del Presidente. Entonces
el logro más importante de este Acuerdo es que las partes reconocen la
supremacía de la norma constitucional como el verdadero fundamento que
sirve de base y rige para la convivencia política y social dentro del
sistema político.

De esa manera, los sectores golpistas que intentaron tomar por
asalto el poder, hoy parecieran estar de vuelta -aunque otros no- a los
canales democrático establecidos en las leyes, fundamentalmente en el Texto
Constitucional. Se acepta que dentro del marco de la legalidad todo es
posible, fuera de allí lo que impera es el caos, el odio y la confrontación
irracional.

La lección a asimilar por todos es el debido respeto a la voluntad
general del pueblo. Bajo ninguna circunstancia se debe permitir que los
intereses grupales se impongan sobre el interés colectivo. Más todavía, el
gobierno no puede ni debe someterse a los caprichos y despechos de los
sectores políticos y económicos. Por encima de ellos está la voluntad del
soberano, quien finalmente es el que escoge, a través de los mecanismos
electorales establecidos, a sus gobernantes.

Hay que recobrar el sentido de la lucha política para que la misma
sea una práctica limpia y democrática. En todo caso, el llamado sería para
aquellos núcleos opositores que manipulan el discurso, alteran los
escenarios de la realidad y no cesan en ese deseo perverso de jugar al
quiebre del orden constitucional. A los sectores fascistas hay que
obligarlos -de alguna manera- a respetar y acoger lo establecido en el
Acuerdo; caso contrario, deben activarse los mecanismos para someterlos e
impedir que sigan causando más daño a la República.

Cada quien tiene que respetar las reglas del juego político y de
convivencia social. De allí que es necesario el reacomodo de los factores
opositores. Es el momento para la reorientación y distribución de los
espacios, donde cada sector desempeñe el papel que le corresponde. En el
caso de los partidos políticos, que cometieron el gravísimo error de
«regalar» sus espacios a esa tríada malévola integrada por
Fedecámaras-CTV-Medios de Comunicación Social, deben hacer todo el esfuerzo
para reconquistar esos terrenos que hoy lucen empantanados. Son los
partidos los actores claves para adecentar la lucha política, que ha sido
dramáticamente prostituida por la tríada. Por ello, es urgente que las
organizaciones partidistas -me refiero a aquellas que tuvieron su status
dentro del «puntofijismo- recobren su identidad institucional y su
carácter ideológico. Esa sería una manera, un buen comienzo para insertarse
en este sistema, y además, para abrir una ventana por donde entre el aire
fresco de la renovación, los proyectos y los ideales. Sólo así, la gente y
el colectivo pudieran volver a conectarse o al menos volver a creer en
ellos. Si no hay esa revisión, esa reforma interna y sustitución de los
cuadros de liderazgos, inevitablemente continuaron mordiendo el polvo de la
derrota.

Finalmente, es importante que prevalezca la racionalidad política
y se mantenga el consenso como método para garantizar en el tiempo, lo
suscrito en el acuerdo de mayo.

*Politólogo, MSc. en Ciencia Política.
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