Opinión Nacional

¿Qué ganamos? ¿Qué perdimos?

Para nadie es un secreto que el parlamento dejó de funcionar como espacio para el debate y la discusión democrática. Diosdado Cabello preside la Asamblea Nacional pensando que la mayoría le otorga poderes absolutos para silenciar y violentar los derechos de los diputados de la alternativa democrática. Nadie puede dudar que los poderes públicos estén alineados y sometidos a la trama trazada por el bloque militar-civil que rige los destinos del país, sin garantizar justicia, defensoría o elecciones libres, transparentes y apegadas al respeto absoluto por los derechos humanos. Todos ellos actúan en comandita para negar cualquier posibilidad de expresión de la diversidad. Todos ellos están prestos para silenciar y castigar los que piensen y actúen diferente.

Por eso mismo la gente salió a la calle, sabiendo que la manifestación era la última apelación posible para hacerse oír. Porque este no es sordo, pero si es duro de corazón, y avanza en su plan de represión todo lo rápido que le permite nuestra indiferencia. Algunos salieron a decir que la calle era una salida violenta y por tanto inaceptable. Con eso demostraron seguir un guión ingenio y taimado. Otros sentenciaron que no se podía luchar por la libertad atentando contra la libertad de movilización de los otros. Los que así lo dijeron no estaban trabajando por la libertad sino para la agenda de la mezquindad política que también ha sido pública y notoria. Lo mínimo que podemos decir de esos discursos interesados es que son la expresión de una ignorancia ladina que por razones inconfesables terminan cooperando con el tirano que dicen combatir. No recuerdan por ejemplo que Mandela tuvo que irse a la clandestinidad para dedicarse a volar torres de electricidad porque el régimen no le dio otra alternativa. No quieren recordar que él nunca se cansó de decir que no podía renunciar a la violencia porque sus formas de lucha las determinaba el régimen que los oprimía y perseguía.

Estos bufones engalanados con las vestiduras pontificales olvidan que Gandhi promovió el boicot contra las leyes injustas del imperio británico. Rechazó el impuesto sobre la sal y encabezando una larga marcha que comenzó en Sabarmati y terminó en las playas de Dandi, él y sesenta y ocho de sus seguidores retaron al régimen de manera tan esplendorosa que terminaron 60 mil hindúes presos acusados de robar sal. El Mahatma fue uno de ellos y pagó cárcel por nueve meses. Al imperio británico le pareció excesivamente violento y subversivo el desafío de violar la ley y dejarse encarcelar. No pudieron con eso.

Martin Luther King dirigió la campaña de Birmingham entre 1963 y 1964 utilizando una variedad de métodos no violentos de confrontación, ocupaciones, marchas y desafíos que pagaron todos ellos con cárcel. Él también sufrió la incomprensión y las críticas de propios y extraños, incomodados por la perturbación que traían consigo sus acciones. El apóstol de la no violencia escribió una carta desde la cárcel a la que había sido sometido precisamente por encabezar las manifestaciones. A él también lo señaló el gobierno de generar disturbios y lo trató como el enemigo a vencer. A él también le dieron la espalda muchos de los suyos. Pero no se quedó callado ni dudó en responder: “Preguntaréis: “¿Por qué acción directa?” “¿Por qué sit‐ins, marchas y demás?” “¿Acaso no es el de la negociación el camino mejor?” Tenéis razón para abogar por la negociación. De hecho, esto es lo que realmente se propone la acción directa. La acción directa no violenta trata de crear una crisis tal, y de originar tal tensión, que una comunidad que se ha negado constantemente a negociar se ve obligada a hacer frente a este problema.” De eso precisamente se trata, de obligar al tirano a dejar de verse su propio ombligo,  que caiga en cuenta de las consecuencias de sus propias políticas y de la insatisfacción que ellas provocan. “La meta de nuestro programa de acción directa radica en crear una situación tan pletórica de crisis que desemboque inevitablemente en la salida negociadora.” ¿Y no es eso lo que se ha buscado?

Las manifestaciones de calle, encabezadas por los jóvenes, pero acompañados por todo el país han logrado llamar la atención del régimen y del mundo. No sólo porque suspendieron de hecho las festividades de Carnaval, sino por este largo inventario que sigue a continuación:

1. El gobierno ha sentido el golpe en su reputación internacional. las redes sociales han erosionado sustancialmente esa imagen falsaria que los mostraba como un movimiento humanista y romántico centrado la reivindicación de los seres humanos. Contrario a esto se ha puesto en evidencia el uso sistemático del terror, con todos sus componentes de violación de los derechos humanos. El régimen ha sentido el golpe y está haciendo todo lo posible para resolver ese problema. Esa es la primera ganancia.

2. El gobierno ha tenido que cambiar su agenda de políticas públicas. No solamente me refiero a la necesidad sentida de ratificarse constantemente con esas marchas sectoriales en las que los mismos empleados públicos un día son de telecomunicaciones y a la mañana siguiente son campesinos, y dos días después de la tercera edad… repitiendo constantemente las mismas mentiras, los mismos lemas y las mismas necedades. No solo que ha debido salir a la calle para intentar demostrar que tiene respaldo, sino que también ha sentido la necesidad de convocar “pseudo-conferencias” de paz y ceder, al menos por ahora, a la demolición de la economía, para abrirse tácticamente a un compás de espera mientras recoge la calle. Las demandas económicas han demostrado además que toda esa monserga de la guerra económica fue un inmenso fraude para ganar elecciones y tiempo. El gobierno, arrinconado contra la verdad, aparece desolado por los efectos de sus mentiras, descalificado por la violencia con la que las ha sostenido y por las consecuencias que a todos nos ha traído. Toda esta supuesta apertura es un triunfo conspicuo de la calle arrecha que todos los días reclama.

3. El gobierno no ha sido capaz de controlar la rebeldía ciudadana que no reconoce líderes. Se ha tenido que enfrentar a una relación conflictiva asimétrica y atomizada de las protestas regionales, parroquiales, en cada cuadra, desde cada edificio que se ha manifestado y a los que el régimen ha respondido con la desesperación del terror. La protesta de calle se retroalimenta de la terquedad del gobierno y del uso desesperado y desesperante de la violencia, que solo puede ser partera de más violencia. La gente se ha quedado en sus casas, expectante, suspendiendo viajes y celebraciones ostentosas, por más que el gobierno montó templetes y el presidente se exhibió bailando como si aquí “no hubiera pasado nada”.

4. El gobierno ha tenido que reconocer los efectos de los movimientos sociales de resistencia civil. Los ha legitimado a través del horror del combate frontal, de la exhibición de armas de guerra, de la necesidad de enviar divisiones aerotransportadas al Táchira, de demostrar que no pueden resolver la violencia urbana sin tener que asesinar, violar, amenazar y soltar el terror motorizado que asola las noches de las ciudades venezolanas. Si no existiera la fuerza de la calle, ¿a cuenta de qué tanto derroche de “guapetonería malandra”?

5. El gobierno ha tenido que enfrentarse a cuestiones cruciales como la que se preguntan los jóvenes: cuál es el futuro que garantiza una revolución que no tiene economías, no tiene seguridad ciudadana, no genera empleos, no permite la disposición de divisas. La exigencia fundamental es un futuro abierto, una economía para el bienestar, y la posibilidad de vivir sin temer. Y eso para el gobierno no es negociable porque afecta la médula de su ideología. El problema está precisamente que se encuentra genéticamente comprometido con el fracaso, y tener que hacer cambios supone que ellos dejen de ser lo que hasta hoy han sido.

6. El gobierno no tiene respuestas para ninguna de las preguntas planteadas, y no puede improvisar porque no sabe cómo. El régimen se ha mostrado incapaz de innovar, reducido al uso de la fuerza y al imperativo de mantener el legado de Chávez. Pero eso mismo los hace exhibirse como gallinas degolladas porque el fallecido presidente no puede seguir siendo el guionista y el actual mandatario no sabe qué hacer. Por eso la violencia.

7. El gobierno se sabe ilegitimo y por eso se siente contra la pared. Que lo digan sistemáticamente,  que aprovechen cada discurso para encarar ese complejo de culpa y de debilidad lo único que ratifica es que si están contra la pared. Y como la mejor defensa es el ataque, entonces sigue cometiendo el error de reprimir con exceso de saña, acompañando la brutalidad con la retahíla de que “ellos han ganado 18 elecciones, y que piensan gobernar hasta el 2019”.  Pero la calle les muestra cuán difícil puede ser gobernar contra la opinión de la gente.

 

8. El gobierno ha galvanizado la unidad de la alternativa democrática. La represión inexplicable ha provocado que se impongan las condiciones del realismo político. Leopoldo López se ha convertido en un preso de conciencia y pone de relieve que aquí si hay  presos políticos.  Y con eso tendrá que lidiar en adelante. La calle ha sido el pegamento de la alternativa unitaria y el régimen ahora se encuentra con un frente compacto que tiene condiciones precisas para iniciar cualquier diálogo.

9. El gobierno ha tenido que abrirse a una relación más fluida con Estados Unidos. Se ha notado la ansiedad, el sentido de urgencia con el que tratan el problema, a pesar de las pataletas recientes y de la incongruencia que significa usar la retaliación diplomática y de inmediato pedir de rodillas que le manden un embajador. No es que le guste, es que ahora necesita urgentemente un lavado de cara que la calle no le permite y que ahora está en la mira de senadores, representantes y altos funcionarios del gobierno de Obama.

10. El presidente de Colombia ha tenido que manifestarse, muy a su pesar, y exigir diálogo. Y la OEA ha tenido que darse por aludida, bajo la petición de otro país latinoamericano, Panamá. Y para colmo, luce demasiado evidente la frialdad de los aliados, que no han venido al país y cuyos pronunciamientos lucen timoratos. Jaua ha tenido que embarcarse en una gira y quien sabe cuánto nos cueste reunir a la comparsa de los de siempre para animar la alicaída reputación del gobierno.

11.El gobierno ha sido el principal incentivo de un reencuentro, por ahora táctico, entre la oposición social y la oposición política. Si esa oposición se consolida, el régimen encarará problemas aún mayores de gobernabilidad. Y le ha concedido la oportunidad de líderes emocionales, que no son los de la política, aunque vengan de la política. Ese es uno de los grandes triunfos de esta escalada de manifestación pública.

12. Con esta perturbación política es más inmenso el esfuerzo que debe hacer el gobierno para intentar resolver la crisis económica, que opera como un magma subterráneo, y que fatalmente se va a expresar inminentemente. Además el gobierno está empoderando a grupos violentos ahora dispuestos a saquear con lo que muestra nuevamente las contradicciones a las que está expuesto. El régimen se ha sacado de la manga una “Comisión de la Verdad Económica” que exige dólares y compromisos de rectificaciones intensas, peticiones que ni puede ni quiere cumplir. La crisis entonces será ineluctable y dramática.

13.El gobierno ha obligado al uso inteligente y creativo de las redes sociales que no han conseguido controlarlas a pesar de la represión. Lo cierto es que esta vez se han articulado nuevos grupos que se han organizado, nuevas formas de monitoreo y nuevos vínculos que se muestran refractarios al control y seguimiento del régimen.

Entonces, los que apostaron al fracaso de estas manifestaciones ya deberían estar rectificando sus posiciones. De hecho, algunos lo están haciendo. Esta época ha sido de ganancias, no porque terminen derrocando al régimen, cosa que nunca han buscado, sino por algo todavía más dramático, porque lo han desnudado, al régimen y a muchos que le han servido y han cooperado con su sostenimiento.

Y lo hemos logrado al costo altísimo de muertos, detenidos, violados, violentados, chantajeados, que sin embargo no han logrado amilanar el espíritu combativo de la gente que con paciencia y sin temor, sabe que todo es posible. La expectativa de mayor respeto y libertad ha debido pagar el precio de vivir estas difíciles épocas. Honor a nuestros mártires y fortaleza a los que todavía siguen invictos pensando en que no hay otra salida que exigir sin pausa una alternativa al error de este socialismo autoritario y militar que este régimen de militares y civiles nos quiere imponer.

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