Opinión Nacional

¿Quién mató a Bolívar?

Con certero sentido histórico y muy acendrado conocimiento de las prioridades
de la bolivariana patria, el Líder ha convocado a los más reputados y conocidos detectives de la historia de la humanidad para que expongan sus hipótesis acerca de las posibles causas – the murder – de nuestro muy distinguido Libertador.

Ya el Secretario del Comité de la Verdá, verdaíta, el eficiente y saliente Ministro de Justicia y en interiores, ha podido revisar con calma llanera las hipótesis que le han venido llegando a su despacho en Barinitas.

Según fuentes confiables cercanas al desgobierno, los especialistas han avanzado los siguientes móviles para aclararle de una vez – si es que es posible – la mente al Líder invencible hasta el fatídico dos, ya que los trece le son propiciatorios y suficientes:

• Sherlock Holmes le ha confiado a Watson que del análisis de unos pelos encontrados en el camisón del prócer, es probable que la asesina haya sido una blanca peninsular en franco desentendimiento amatorio con el pardo criollo.

• Nero Wolfe, desde su ático en Manhattan, bien informado por Goodwin su asistente, ha precisado que, de acuerdo con el análisis fecal de las heces del insigne occiso, es posible que el arma asesina haya sido una empanada de bagre del Magdalena en mal estado que le mandó a preparar el bogotano de marras.

• Jane Marple, tan perspicaz y observadora, informa que de los comentarios mujeriles escuchados, es probable que se trate de un crimen pasional, de un asesinato amoroso ejecutado por un sicario de Medellín contratado a tales fines por la amante inmortal.

• Hércules Poirot, engominando su bigote, afirma que de la lectura de los archivos del ilustre se desprende que el acto criminal fue realizado por un canario, no un pájaro ni un blanco peninsular, en desagravio a la entrega de uno de sus paisanos por el occiso a los españoles en un puerto cabello que no es, afortunadamente, ascendiente familiar del Dios dado.

• Philippe Malowe asegura, por su parte, que se trató de un ajuste de cuentas por motivo de una deuda de juego que el preclaro militar adquirió y no satisfizo luego de perder una partida de truco con un tal Morillo en Santa Ana.

En fin, las especulaciones son muchas, pero debemos esperar que el Sobresaliente, el Señalado, el Iluminado, el Resplandeciente, suministre su sabio parecer y su siempre bien atinada e inapelable sentencia en uno de sus acostumbrados talk shows de alto rating de las populares emisoras bolivarianas, a fin de que todos adivinemos que lo asesinó un neogranadino poco santo aunque de Santos por nombre.

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