Opinión Nacional

Radicalización y dogmatismo

La fuerte caída de los precios del petróleo, por la crisis económica mundial, en un país “monodependiente” y “monoproductor” como Venezuela, anticipa claramente una grave reducción en los ingresos del Estado, lo cual implica inevitablemente una fuerte contracción de la economía, con sus efectos negativos en el nivel de vida de los venezolanos. Aparentemente, el gobierno tiene suficientes reservas para resistir, durante este año, sin excesivos problemas. Sin embargo, si el precio del petróleo no repuntase en el 2010, la situación socioeconómica del país podría agravarse seriamente. Un gobierno sensato y con sentido democrático buscaría el diálogo con el sector privado, con la oposición y con los sindicatos, para enfrentar la crisis que se avecina, a través de un gran acuerdo nacional, que aumente la producción interna y mantenga la inflación controlada. En cambio, el presidente Chávez ha decidido radicalizar y acelerar el proceso de estatización de la economía, particularmente del sector agroalimentario. Las recientes e ilegales intervenciones y confiscaciones de las procesadoras de alimentos y la ocupación “manu militari” de hatos y fincas productivas son una clara evidencia al respecto. Chávez está demostrando que puede ser pragmático en la táctica, pero es definitivamente un dogmático en la estrategia. Padece claramente de lo que Octavio Paz llamaba “ceguera ideológica”, que le impide pensar objetivamente. Las fumosidades ideológicas marxistas, que obnubilan su pensamiento, producen lo que psicólogos llaman “disonancia cognitiva”.En efecto, Chávez rechaza totalmente la parte de la realidad que contradice sus creencias más arraigadas. Chávez no quiere ni puede, sin “vomitar” intelectualmente, aceptar la verdad del contundente fracaso del colectivismo comunista, demostrado ampliamente por el derrumbe de la Unión Soviética y su imperio en Europa Oriental y en el Asia Central, y por los desastres socioeconómicos de las dictaduras totalitarias de Cuba y Corea del Norte, los últimos Estados realmente comunistas del orbe. En fin, la ”revolución” capitalista en China y Vietnam debería aclararle definitivamente a Chávez que la economía de mercado, con sus diferentes modalidades, es el único camino para el desarrollo integral de un país. Sin embargo “la ceguera ideológica” y la “disonancia cognitiva” mantienen en la mente de Chávez la ya abundantemente superada “imagen” de la China de Mao y el Vietnam de Ho Chi Min. Chávez ve lo que quiere ver. Su fundamentalismo ideológico neo comunista, que tácticamente ocultó antes de llegar al poder, está destinado al fracaso, como todo colectivismo estatista. Sin embargo, esta fuga en adelante hacia el “mar de la felicidad” marxista provocará graves daños a la economía y a la sociedad del país, antes de estrellarse. Además, la aceleración del proceso “revolucionario” viene acompañada por un progresivo cercenamiento de las libertades democráticas. El inconstitucional despojo de las competencias y el saboteo de la gestión de los gobernadores y alcaldes recién electos de la oposición, así como el terrorismo judicial, la intimidación, la discriminación y la violencia en contra de periodistas, medios de comunicación críticos y los dirigentes de la alternativa democrática venezolana, son evidencias de la creciente deriva totalitaria del régimen. Vienen tiempos difíciles, pero, inexorablemente, la contundente realidad prevalecerá sobre el “ideologismo” dogmático.

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