Opinión Nacional

Rebeldes con causa

Si analizamos la reciente historia de los partidos políticos en Venezuela, desligado de cualquier prejuicio; podemos concluir que ese 58% obtenido por el oficialismo durante las elecciones desde 1.998 al 2.004; se queda pequeño en comparación con el 97% de respaldo a los partidos AD y COPEI durante la elección presidencial del 14 de Diciembre de 1.947, o al 93% en diciembre de 1.988, cuando 6.400.000 venezolanos votaron por los candidatos de estos partidos.

Estas organizaciones eran los partidos del pueblo, no solo porque arrastraban masas, sino porque poseían proyectos que sus dirigentes defendían con devoción. Sin embargo, desde la elección presidencial del 1.988, más de 5.600.000 de sus votantes cautivos se inclinaron por partidos recién fundados como MVR y Proyecto Venezuela, puesto que la desilusión por no responder a sus necesidades y el rechazo a la cogollocracia produjo una rebelión en las bases.

Estoy seguro que la dirigencia de esos partidos, jamás se imaginaron que las mismas masas que los siguieron por años, se convertirían en sus verdugos. Se olvidaron que en la política, nadie tiene todo seguro y que lo principal en la defensa de unos ideales, es lograr perdurar en el tiempo; cuestión que amerita de constancia, humildad, estudio, honradez, transparencia y una serie de cualidades que ellos dejaron atrás. Situación que se esta repitiendo con las nuevas cúpulas que sustentan el poder, pero con la particularidad que el proceso de descomposición ha sido mas rápido. Nuestros electores deben castigar esa burla, el futuro esta en juego.

Mientras se está más alto, más fuerte puede ser la caída, repite el pueblo en esa especie de filosofía popular. Lamentablemente muchos no entienden que asumir un cargo por vía electoral, significa una responsabilidad con el país, los ciudadanos y sobre todo con la historia; porque dependiendo de su actitud puede ser recordado y admirado, o sencillamente señalado de traidor y aborrecido.

En las recientes internas PSUV, muchos dirigentes hablan de posible fraude, otros consideran que son irreconciliables las contradicciones existentes entre las tendencias en pugna, en el seno de sus bases prevalece el desconcierto y la apatía. En la oposición el panorama es hasta peor, no hay primarias ni internas, solo el dedo maldito de los cogollos (lubricado con dinero o con cuotas de poder) decide quien es el candidato de la unidad, en todo caso luce aberrante como “Caracas” decide por nosotros, si así son en campaña como serán en gobierno. Las bases del oficialismo y la oposición deben rebelarse ahora contra las imposiciones o luego será tarde; pues muchos de ellos comenzaran a vivir en carne propia las persecuciones, la venganza y la exclusión de sus antiguos compatriotas o compañeros hoy convertidos en verdugos de oficio. El trapiche de la historia sigue exprimiendo sin contemplación, dejando solo el triste bajazo de los picaros y zánganos de oficio que le juegan sucio a Venezuela.

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