Opinión Nacional

Recoger el guante

Cuando existían los «caballeros» y las ofensas se lavaban con «duelos» era común que se procediera a «retar». Un reto podía terminar con la muerte de uno de los contendientes.

En los tiempos del régimen que nos destruye hemos recibido un reto ¡insólito!

El presidente de Venezuela ha compelido a la oposición a debatir sobre el tema de la corrupción…

Veamos: en primer lugar debemos establecer los términos y limitaciones de un debate. Los debates deben ser eventos muy serios en los que los contendientes tengan reglas de juego (aunque un debate no se debe llamar juego) que coloquen a los contendientes en igualdad de oportunidades.

Para ello, el señor Presidente debe despojarse de todas las prebendas y ventajas que su función le concede. Esto es imprescindible pues sus potenciales contendores no las tienen.

En segundo lugar (y no por segundo es menos importante) debemos definir con la mayor precisión posible, cuales son las fronteras que separan en buen proceder de la denominada corrupción.

En los tres últimos lustros y quizás en toda la historia de nuestro país, se ha sido tolerante con los conceptos de la corrupción. Mucho más en esta revolución de pacotilla.

No quisiéramos agregar condiciones a las dos mencionadas. Podríamos llegar a la imposibilidad del debate o reto.

Pasemos a hacer algunas preguntas que nos permitan saber si estamos de acuerdo en lo que llamamos corrupción.

¿Será corrupción las violaciones sistemáticas y seguidas que realiza el Ejecutivo Nacional cuando dicta leyes y decretos que anulan las protecciones de los ciudadanos?

¿Será corrupción que el TSJ (órgano fundamental y superior del Poder Judicial) en los tres lustros sucedidos no haya producido ni una sentencia y tampoco haya aceptado ningún incidente que le de esperanzas a quienes no comulgan con sus fundamentos?

¿Será corrupción que la Asamblea Nacional dicte leyes y reglamentos que se saltan las previsiones existentes?

¿Será corrupción que el Poder Electoral tenga un sesgado sentido de la imparcialidad cuando está compuesto por confesos miembros del partido oficial?

¿Será corrupción que el Poder Electoral haya sesgado las proporciones que determinan la designación de los miembros elegidos para la conformación de la Asamblea Nacional?

¿Será corrupción que la Asamblea Nacional obvie la designación oficial de un funcionario fallecido o la de los miembros de un Poder a quienes se les ha vencido su tiempo de elección?

¿Será corrupción que se hayan destruido y condenado a la desaparición a dos de cada tres de las doce mil empresas industriales y comerciales que existían en Venezuela a fines del siglo XX?

¿Será corrupción que sin que medie el fundamental principio de la auditoría y contabilidad pública, el régimen que nos destruye haya regalado a sus países cómplices (por ejemplo: sus compañeros del Foro de Sao Paulo) ingentes cantidades de dinero de los cientos de miles de millones de dólares que pertenecieron a todos los venezolanos?

¿Será corrupción el tratamiento que el régimen que nos destruye le aplica a la educación, a la salud y a los sistemas sociales que protegen al venezolano?

Si las respuestas a estas preguntas son positivas, podríamos comenzar a pensar en atender el llamado reto, en caso negativo, estamos hablando idiomas diferentes.

Para finalizar, debemos destacar que no hemos tratado de preguntar sobre los groseros incrementos de patrimonio que se han sucedido tomando ventajas de la ubicación en el organigrama nacional (oficial u oficioso). Esas actividades las excluimos de la corrupción, a eso lo llamamos simplemente, robo.

A bordo del Azamara Quest

@rafael862

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