Opinión Nacional

¿Reconciliarnos con el totalitarismo?

La realidad siempre es frustrante y para compensarla realizamos fantasías, el problema es si la fantasía se mantiene cuando se vuelve a la realidad. Es este el caso de algunos venezolanos que de buena fé han creído en la fantasía de algunos dirigentes de la oposición y algunos medios de comunicación, según la cual, las manifestaciones estudiantiles pudieran empujar en la búsqueda de una reconciliación con el totalitarismo. Sobre está buena intención lo primero que abría que aclarar, es que el verbo reconciliar significa el acto de volver a conciliar lo que estuvo conciliado y, por cualquier causa, dejó de estarlo. Es decir, que la reconciliación exige una previa conciliación, por lo tanto, no cabe reconciliar lo que nunca estuvo conciliado.

Este es un régimen que ha llevado a muchos venezolanos al envilecimiento por el miedo, por la necesidad de subsistir de unos, y por la posibilidad de trepar y hacer negocios de otros. Conozco de gente que desafortunadamente se dice de oposición, pero medran del régimen ya por vía directa o indirecta. Es gente que no muestra ningún interés por el futuro del país, y actúan como unos vulgares pragmáticos justificándose de que de algo tienen que vivir. Es gente que pretende ignorar por conveniencia, que este es un régimen que actúa con insolencia y descaro a la hora de lograr sus propósitos políticos, es está parte de la gente que clama porque el Tirano reciba en palacio a los estudiantes, bajo la premisa de la reconciliación y el interés por lograr la concordia, y terminar con la zozobra y la angustia que azota al país desde el momento que Hugo Chávez Frías y sus hombres asumieran el control del poder en Venezuela. De manera tal, que a partir del momento en que el Presidente se digne a recibir a los estudiantes para dialogar sobre la libertad de expresión, de manifestación, y de otras libertades colaterales, se habrá institucionalizado en “la Venezuela de la revolucionaría bonita” la paz, el sosiego y la libre discusión de las ideas.

Una parte de la oposición venezolana continúa apostando con muy buenas intenciones, en una salida sin traumas. Son los que se resisten aceptar que con Chávez no hay alternativa, que los totalitarios no conocen de matices, ni de estratos intermedios, ni de posiciones ambiguas. A esta parte de la oposición les cuesta asimilar que desde febrero de 1992 (cuando Chávez y sus hombres intentaron dar un golpe de estado), Venezuela viene atravesando por una inestabilidad política que ha generado el estado de cosas que ahora tenemos. Pareciera que también les cuesta entender, que militares como este pobre Chávez sólo es capaz de reducir las inteligencias con la represión y la sumisión, porque no entiende y ni podrá entender de salidas democráticas porque ello requiere de un mayor esfuerzo intelectual, y esto desafortunadamente no se aprende en los cuarteles.

Lograr la reconciliación no es posible sin poner antes las cosas en su sitio, sin construir previamente un proceso donde se establezcan las responsabilidades de los atropellos a la que han estado sometidos numerosos venezolanos, Francisco Usón, los comisarios Simonovis, Forero, Vivas, Carlos Ortega, Patricia Poleo, Lapi, la gente del petróleo y tantos otros venezolanos anónimos que han sido atropellados, vejados, humillados, maltratados, por un régimen que ha hecho del fraude electoral su carta de legitimidad, un régimen que ha especulado políticamente con la pobreza del venezolano incitando al odio y al resentimiento de clase, un régimen que ha hecho del patrimonio público una subasta para el enriquecimiento ilícito de sus hombres, para la compra de conciencias, para conseguir apoyo internacional y para practicar sin medida ni concierto el populismo, con lo cual ha logrado un cierto apoyo popular. La reconciliación no puede ser como el niño de la escuela que se le dice: anda dale un abrazo al amiguito que te pegó, así no funciona la cosa, una reconciliación concebida de esta manera, resulta insostenible.

Reconciliación habrá cuando todo esto termine y a los venezolanos nos corresponda reconstruir al país sobre las ruinas (económicas, políticas, sociales y morales) que nos dejara sin duda, Hugo Chávez Frías y sus hombres tanto civiles como militares

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