Opinión Nacional

Reflexiones después de Pascua

Una vez más nos corresponde escribir estas notas el Domingo de Resurrección, día en el cual los cristianos incluyendo nosotros los católicos, creemos que Cristo ha vencido la muerte para salvación de la humanidad entera. Este año nos tocó vivir la Semana Mayor en familia alejados del mundanal ruido en unos pequeños pueblos del oriente del país, experiencia que nos permitió comprobar la inquebrantable fe de un pueblo que no falta a sus manifestaciones religiosas el jueves y el viernes santo. En cada sitio encontramos cristianos humildes, pero comprometidos con esa fe que puede mover montañas y que participan, unos más activos que otros, en las celebraciones religiosas de estos días santos, lo que evidencia que más allá de las diferencias políticas y de empeño necio de dividirnos a los venezolanos, nos una fe que jamás podrá ser vencida por falsas revoluciones ni por mesías cuyo carisma esta en lo abultado de su chequera, que hace a la gente seguirlos mientras repartan a su antojo un botín que ni siquiera les pertenece.

También tenemos que admitir que para algunos lamentablemente estos son días de fiesta mundana y tienen bien poco de santos, a pesar que todos admiten que están en época de Semana Santa. La sociedad de consumo, los medios de comunicación y el mercadeo que fomenta ese consumismo absurdo, así como una carencia en la formación religiosa, que comienza en la familia y debe continuar en la escuela, hace que para muchos jóvenes y adultos estos sean días de “rumba” y “bonche” y que ello no pase allí. Por eso es fundamental que el Gobierno no elimine como pretende, el programa de Educación Religiosa Escolar, dirigido a aquellos niños a quienes sus padres deseen que reciban formación fundamental, que se sustenta en unos valores bien diferentes a los que nos vende esa sociedad de consumo. Esto ha sido repetido por nuestro Cardenal Urosa Sabino y nosotros nos hacemos eco de ello.

De regreso a casa, vimos el domingo el templo repleto de fieles que celebran el día del
señor o bien que por estar en el asueto de Semana Santa no les fue posible acudir a la Vigilia Pascual, lugar en el que gente se vio obligada a escuchar de pie la Santa Misa. Esto nos indica que nos será posible aplicar un sistema de persecución a la Iglesia como lo hizo la tiranía cubana, por más que nos digan desde el gobierno que ese es el régimen que el pueblo de Cuba acepta. El gobierno que se dice revolucionario, se tendrá que “calar” a la Iglesia como institución, aún y cuando no le guste que denuncie sus vejámenes, tal y como lo demostraron en la asunción de Monseñor Urosa a la Arquidiócesis de Caracas y también tendrá que “calarse” a la Iglesia como pueblo de Dios, pueblo que desde los sectores más humildes hasta los sectores que han podido acceder a una mejor calidad de vida, sigue creyendo en Dios como Padre bondadoso, en Dios Hijo como el Jesús resucitado como redentor y en Dios Espíritu Santo como consolador y fuente de fortaleza. Tenemos entonces que decir con júbilo ¡Cristo ha Resucitado! ¡Aleluya!

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