Opinión Nacional

Representatividad

Por años, las distintas corrientes políticas han forcejeado por ser voceros y representantes de las llamadas mayorías en el país. El régimen chavista logró capitalizar y representar esas mayorías que por una u otra razón se sintieron huérfanas de representación por los partidos políticos de los 40 años de la democracia representativa

Por años, las distintas corrientes políticas han forcejeado por ser voceros y representantes de las llamadas mayorías en el país. El régimen chavista logró capitalizar y representar esas mayorías que por una u otra razón se sintieron huérfanas de representación por los partidos políticos de los 40 años de la democracia representativa.

Todos los partidos políticos fueron perdiendo a lo largo de esos años el fervor y favor del que disfrutaron en los años siguientes a la dictadura perezjimenista. La participación venezolana en los procesos electorales era la envidia de muchos países. El venezolano se interesaba por la participación política, las libertades democráticas eran un valor en la cultura venezolana. Pero esta especie de nirvana político no fue capaz de resistir tantas luchas, la subversión militar en sus inicios, seguida por el constante ataque del izquierdismo castrista, la antipolítica adelantada desde los más importantes medios de comunicación, los propios errores de los partidos tanto en el gobierno como en la oposición, fue llevando a la existencia de dos países. Uno de ellos, alimentado por el quehacer político tanto en positivo como en negativo, creyendo disfrutaba de la representación de las inmensas mayorías nacionales, y otro país que no se encontraba representado por partido alguno o por quienes propulsaban un desplazamiento de los políticas mas no del sistema político vigente.

El chavismo, por diversas razones, se conecta con las grandes mayorías nacionales y hace suyo el salir tanto de los políticos, de los que adversaban a estos y del sistema como tal. Llega a ser tanto su representatividad que logra acorralar la minoría que le adversa y acuña el término escuálido con toda la carga peyorativa que él implica. La providencia le sonríe y le otorga el mayor ingreso económico que haya tenido administración alguna en el país. La combinación de un inmenso poder político con el mayor ingreso fiscal de la historia, produjo el mayor despilfarro de ambas fortalezas en tan sólo muy pocos años, y el mismo desvirtuó y distorsionó la realidad del venezolano.

Pero al igual que en los años finales del período democrático, tanto el Gobierno, su alianza de partidos y organizaciones sociales, como del archipiélago opositor empiezan a perder representatividad de las mayorías sociales. La burbuja en la cual viven los líderes gubernamentales les impide percatarse del alejamiento de la mayorías sociales; sus actos políticos públicos van acompañados de asistencias forzadas o compradas. Las asistencias voluntarias y fervorosas son cada vez menores.

El archipiélago opositor, por su parte, no termina de lograr una unidad convincente, y amplios sectores sociales desconfían del real interés de ellos. La percepción de los intereses personales frente a los de la unidad resquebraja la misma.

Los problemas económicos en términos personales son mucho más difíciles de resolver que los de seguridad. La inmensa mayoría empieza a sentirse sin salida, la solución a sus problemas no pareciera venir desde el Gobierno, siente que el esquema planteado no da para más y no observa voluntad de cambio en el Gobierno. Pero tampoco ve salida en la dispersa y a veces contradictoria oposición, observa más diferencias entre la oposición misma que entre ésta y el Gobierno.

La anarquía se va adueñando del país, los motorizados van imponiendo su código de conducta al Gobierno y a la oposición, ambos lucen indefensos e inermes ante ellos, la sociedad hace suyo el comportamiento representado en los motorizados. El final del sistema luce imparable, la anarquía representada en los motorizados se extiende con fuerza inevitable.

 

 

 

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