Opinión Nacional

República bananera

Una república bananera. Un jefe, militar, único. Vestido de uniforme o con elegantes trajes de alta moda, relojes de lujo, aviones. Dispone a su antojo de las arcas públicas. Sencillo, para él eso es su dinero. Lo compromete-en todo caso- como si realmente fuera suyo.

Últimamente, se ofrece dinero para proyectos faraónicos, las pirámides y su época son nada, al lado de lo que se acometerá. La historia le queda pequeña. Requiere de más mundo. Más ancho, más espacio vital. Los íconos que le acompañarán Fidel, El Ché – ya con ruta aérea- Zapata el Emiliano, será una delicia, pasar al lado de una estatua tamaño heroico de Pancho Villa.

Poco a poco se perfila el contorno que quieren. Nuevos símbolos, caballos blancos mirando hacia la izquierda, una estrella más, como las que le pone a los generales en jefe, para que comanden pelotones. Socialismo del Siglo XXI, nueva economía social, nuevos tiempos, con hombres de oscuro pasado.

Aun el voto y las elecciones son necesarios, no hay suficiente legitimidad. Hay dudas, sobre si los resultados repetidos de sus grandes victorias, realmente lo son. Ante ello, se requiere, de nuevas elecciones, pero con el tinglado tecnológico montado, para que el resultado final sea técnicamente favorable. Transparente en las computadoras, pero que a pesar de todo siempre dejan el amargo sabor de la trácala, la trampa, que no por sutil deja de serlo.

La oposición democrática se empeñó en este proceso, a contra corriente. Quería creer en el voto, en la lucha política. Le dijeron incauta y siguió adelante. Pero como el dicho que “perro que come manteca, mete la lengua en tapara” el oficialismo se nos presenta siempre con la tapara en la jeta. Prueba irrefutable que no pierde sus mañas.

Si mañana la oposición se retira en bloque, opción política que siempre consideramos válida, el oficialismo tendrá todos los cargos a su disposición. Pero lo seguirá el fantasma que se eligieron solos, sin oposición. En fin de su legitimidad.

Otro camino se abre entonces, el de la confrontación, de la polarización y el enconamiento, que nos llevó en pasado reciente a negociaciones asimétricas, pues este gobierno no es leal, ni con su gente. Es sabido que votan pero que no eligen, tienen el dedo mágico y aprobatorio del líder. Por ello la incertidumbre siempre está presente. La ingobernabilidad a la vuelta de la esquina. Juran que este Reich durará mil años y que no se irán jamás… No saben de historia…

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