Opinión Nacional

Resistencia, libertad y justicia

Frente a un régimen que mata, roba y miente con absoluta impunidad, que no ha sido capaz de resolver ni uno solo de los problemas que heredó del pasado, que los ha agravado todos y ha sido factor determinante de la generación de otros nuevos, tanto o más graves que los anteriores, no queda sino resistir. Esta resistencia no es violenta ni pasiva. Tiene que ser extremadamente activa para rechazar todo lo inconstitucional, lo ilegal, lo tramposo y fraudulento de las acciones oficiales. Se trata fundamentalmente de una actitud personal, de un problema de dignidad y ética. Así como en nuestra vida particular, laboral, familiar y social sabemos cuando algo es correcto o no y logramos distinguir entre lo tolerable y lo inaceptable, en la vida pública también podemos hacerlo. Rechazar al régimen hasta donde nos lo permitan el cerebro, el corazón y el coraje es un imperativo categórico para quienes no aceptamos una dictadura para Venezuela. Éste régimen comunista, socialista, autoritario y totalitario con la etiqueta política e ideológica que tanto corifeos como enemigos quieran ponerle, tiene que ser liquidado lo antes posible. Lo lograremos organizando adecuadamente esa actitud personal de resistencia activa hasta convertirla en una monumental manifestación de voluntad popular que lo obligue a replegarse hasta desaparecer o a combatir a campo abierto y ser definitivamente derrotado en nombre de la libertad y la justicia.

En esta lucha no hay ni pueden tolerarse términos medios. No es un combate de “mas o menos”, de “hasta cierto punto”, ni de construir espacios para negociar entendimientos que sacrifican principios más vinculados al propio derecho natural que a un ordenamiento jurídico por lo demás inexistente, gracias al capricho y la arbitrariedad de quienes ejercen el poder por la fuerza. Después de casi siete años de gobierno chavista, ningún demócrata tiene derecho a equivocarse. Las debilidades empiezan a ser traiciones y los acomodos se convierten en abyectos oportunismos políticos o económicos que muestran de cuerpo entero todas las miserias que pueden caber en de los seres humanos cuando no están bien estructurados por dentro.

No existe ni un área de la actividad gubernamental que sea éticamente confiable ni políticamente conveniente a la libertad y la justicia. Cuando hablo en estos términos no me refiero al ciudadano común que por necesidad imperiosa o falta de formación aún mantiene esperanza en un mañana mejor bajo este régimen. Señalo a los gobernantes, de una parte, y a quienes medran a su alrededor en todos los tiempos y circunstancias, igualmente responsables de la tragedia. Invitamos a luchar con ánimo de liberación nacional. El escandaloso asesinato de los estudiantes de la Universidad Santa María suma sangre joven y noble al caudaloso río construido por la barbarie castro-chavista. ¿En que manos están la seguridad y la justicia del país? ¿Pueden continuar gobernando?
[email protected] Lunes, 4 de julio de 2005

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