Opinión Nacional

Resistencias y crisis

 No hay lugar en el mundo que no esté golpeado severamente por conflictos de guerras internas, debacles económicas, desempleo masivo, corrupción. Curiosamente, tal vez sea en América Latina – contando algunas excepciones, como el caso del derribo institucional de Venezuela, o el de la violencia de México y el ya crónico de Colombia con las FARC – en donde los conflictos no revistan un carácter demasiado acusado.

La reciente publicación de un pequeño y particularmente denso libro de Jorge Semprún, – el gran escritor y ensayista español fallecido en junio 2011, que le dio preferencia a la lengua francesa como medio  de expresión literaria, – El oficio de hombre. Husserl, Bloch, Orwell, morales de resistencia, nos regresa a la época de la gran crisis que vivió Europa en los años treinta, escenario de la subida del nazismo, del fascismo y de lo que se le ha dado en llamar el estalinismo : en realidad, el auge simultáneo de las modalidades de totalitarismo que incautaron la democracia que en muchos aspectos, se aproximan a la época nuestra.

El pequeño volumen recoge tres conferencias que Semprún pronunció en la Biblioteca Nacional de Francia en 2002, hasta ahora inéditas. El tema de las conferencias, es la crisis, política, moral y espiritual que vivió Europa  durante los fatídicos  años  treinta durante los cuales se gestó el gran trauma que desembocó en la última guerra mundial y la manera clarividente cómo la percibieron algunos pensadores europeos. En el transcurso de su tres conferencias, Semprún le rinde homenaje a tres intelectuales, a tres obras diferentes pero visionarias e inspiradas por el mismo espíritu y voluntad de resistencia que se expresaron durante esa época. Visionarios que supieron pensar su época y no se doblegaron  ante la seducción de las propuestas ideológicas del momento: el nazismo y el bolchevismo. (Por falta de espacio, me limitaré a la primera conferencia).

Semprún comienza su primera conferencia, refiriéndose a su vez a la que  Edmund Husserl pronuncia en Viena el 7 de mayo 1935 en torno a la crisis europea a la que le imparte una nueva luz,  demostrando la función esencial de la filosofía y de sus ramificaciones; es decir  de las ciencias. El contexto de la conferencia – fecha y lugar- es el de una Viena desprovista ya de su esplendor cultural, ideológico, artístico de comienzos de siglo. Viena ya está herida de muerte. Sufrió la derrota en 1934 del movimiento obrero social-demócrata y la toma del poder por un partido de derecha radical, “que de cierta manera la ha quedado indefensa ante la subida del nazismo”. El otro elemento, no menos importante, es la relación de Husserl con su discípulo Heidegger, quien le había dedicado su primer gran libro Ser y Tiempo, pero que le retiro tiempo después, por lo inconveniente de dedicar un libro a un profesor judío.

El propósito de Semprún es el de “recorrer ese espacio y el tiempo de la crisis europea de los años treinta, subrayando los factores, los núcleos, las ideas de resistencia intelectual que se desarrollaron entonces”. A primera vista, tal parecería que Husserl “flota en el reino de las ideas, en el cielo etéreo de la abstracción filosófica”, sin embargo, las últimas líneas de su conferencia adquieren una tonalidad bien diferente: de manifiesto, de llamar a resistir, al combate, aunque sea filosófico, pero en realidad se  trata también de combate político: “La crisis de la existencia europea no puede tener sino dos salidas: o bien Europa declina y se vuelve extranjera a su propio sentido racional de la vida, la caída en el odio espiritual y la barbarie, o bien, el renacimiento de Europa a partir del espíritu de la filosofía, gracias al heroísmo de la razón (el subrayado es nuestro )que sobrepasa definitivamente el naturalismo (…). Combatamos, en tanto que buenos europeos, contra el peligro de los peligros, con la valentía que no se atemoriza ante lo infinito del combate. (…) Solo el espíritu es inmortal”. Si bien, se trata de un manifiesto dirigido a los europeos, son palabras que pueden servir de fuente de inspiración en cualquier parte del mundo: el “heroísmo de la razón”, no tiene fronteras ni nacionalidad.

Entre los factores de la crisis de los años treinta, Semprún menciona el surgimiento del fenómeno de la masificación. La masificación sociológica y política, como también la aparición de las masas en la vida pública de manera determinante. Fue Sigmund Freud quien en 1920-1921, analiza este fenómeno, inspirándose en el célebre libro de Gustave Le Bon, La psicología de las masas, ensayo sobre la psicología colectiva. El de Freud, Psicología de las masas y el análisis del yo, es sin duda uno de los libros más importantes del siglo XX según Semprún. Freud, en una nota a su libro Moisés y el Monoteismo, – sobre el que trabaja desde 1934 y que publica en 1939, agregada en Viena en 1938, y en la edición final se precisa que la fecha fue antes de marzo de 1938, es decir antes del Anschluss, antes de la anexión de Austria por Hitler a la Alemania nazi -, apunta que el fenómeno crucial de la época, la alianza de la idea de progreso y de barbarie, pone como ejemplo la URSS, en donde cien millones de personas son amaestradas, obligadas, oprimidas en vistas a crear una vida mejor a cambio de una supresión total de la libertad de pensar. En Italia, señala la existencia del fascismo y del “espíritu gregario, totalitario.” En Alemania, existe un contexto particular, pues la barbarie se presenta sin  paliativos ni pretextos ideológicos, sin el recurso de una ideología de progreso que sirva de justificación : el contenido racial, antisemita al desnudo.

El otro pensador que ayuda a precisar la situación de la época es Musil quien pronuncia dos conferencias, también en Viena, la primera en 1934, ante el Comité de Defensa de los Escritores Alemanes. Su conferencia se titula “El escritor en nuestro tiempo” en la que indica el tema que desarrollará más ampliamente en la segunda:  el auge del colectivismo, de los movimientos de masa populistas  alrededor de jefes carismáticos. En la segunda conferencia hace hincapié de nuevo en el auge del colectivismo, pero expresando claramente el peligro que representa concretamente el fascismo y el bolchevismo. Remitirse a la postura de Musil en 1935, le permite a Semprún abordar la anomalía, sobre todo en Francia, de

negarse a comparar históricamente el nazismo y el bolchevismo, incluso, para determinar las diferencias entre el uno y el otro.

Para Semprún existe de entrada una diferencia es que el bolchevismo ha significado realmente une revolución  que destruyó la sociedad civil burguesa y la economía de mercado. “De allí, una consecuencia paradójica e incluso escandalosa: es más fácil pasar de un régimen autoritario fascista a la democracia, que pasar de un régimen autoritario bolchevique a la democracia.” Las diferentes transiciones que se han dado en Europa lo demuestran : España y Alemania pasaron a un régimen democrático sin las dificultades que ha encontrado la URSS o la Rusia actual. Pasar del comunismo a la democracia, es más difícil porque se ha destruido el tejido social y la sociedad civil.

Es la razón por la cual América Latina logró salir de las dictaduras militares de los años 60-70 y en Cuba, tras más de medio siglo de dictadura, no se avizora la llegada a la democracia. La transición hacia la democracia en Cuba, será una progresión dolorosa, difícil, laboriosa, que por cierto ya ha comenzado.

¿Cómo será la transición del modelo venezolano a la democracia?  Esa medianía entre fascismo y comunismo….

   Y a partir de ese momento fundacional, ver en qué ha desembocado la humanidad europea contemporánea. ¿En dónde se encuentra la figura espiritual de Europa?

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