Opinión Nacional

Responsabilidad social de los medios

El 90% de las informaciones que oímos, vemos o leemos sobre los países del Sur tienen que ver con conflictos armados, desastres naturales o corrupción de sus gobiernos. Para intentar paliar esta situación, Naciones Unidas ha lanzado una iniciativa: un “Pacto Mundial de Medios Comunicación”. La idea es alentar a las empresas informativas locales e internacionales de aumentar la cobertura periodística sobre los aspectos positivos y del desarrollo en los países empobrecidos del Sur. Un estudio realizado por la FAO con 44 publicaciones de Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Italia, Japón, Noruega, España, Suecia, Gran Bretaña y Estados Unidos revela que en torno a la mitad de los medios analizados dedicaron menos de un 0,5% del total de sus informaciones a las cuestiones del desarrollo y la lucha contra la pobreza en el mundo. La voz de los países del Sur continúa  marginada y excluida de la agenda de desarrollo mundial.

Los medios de comunicación de masas tienen una responsabilidad social inestimable. Son capaces de crear estados de opinión sobre las cosas que pasan en el mundo. De ahí la importancia de dejar a un lado el sensacionalismo y la tragedia cuando se habla de las comunidades más desfavorecidas. Hasta ahora los grandes medios de comunicación mundiales se dividen entre la frialdad de los datos y las estadísticas y ofrecer la imagen “sobrecogedora” de niños desnutridos, enfermos leprosos o muertes injustas. Sin embargo, hay otras fórmulas. Desde Naciones Unidas se propone que los medios apuesten por mostrar al mundo las buenas prácticas en desarrollo humano y resaltar las formas de llevarlas a cabo para que sirvan como ejemplo para el resto de comunidades.

Los ejemplos se suceden en todo el mundo. Ahí están los buenos resultados de Tailandia en la lucha contra el sida. A principios de los 90, cada año se infectaban 300.000 personas. Gracias a las políticas de prevención y de información aplicadas por el ministro de sanidad, Mechai Viravaidya, el número de seropositivos no superaban las 15.000 personas, en los últimos años.

Otro ejemplo, es la iniciativa “Shiksha Karma” que ha puesto en práctica en algunas comunidades de India y que ha ayudado a mejorar los índices de escolarización en este país. Los maestros del proyecto reclutan a jóvenes de las comunidades para darles una formación adecuada para que puedan enseñar al resto de niños de su entorno. Estos jóvenes maestros se ponen a disposición de los alumnos y adaptan sus horarios. Así, dan clases nocturnas para los niños que tienen que trabajar para ayudar a sus familias.

Ahí están los microcréditos que ayudan a miles de familias a seguir adelante. En 2005, más de cien millones de personas pudieron adquirir un pequeño préstamo que les ha ayudado a salir de la pobreza. Y los proyectos e iniciativas que ayudan a que mejorar las infraestructuras, el acceso al agua potable, a la formación de campesinos y ganaderos, a la capacitación de maestros, a la información sobre higiene y salud… Aportaciones e ideas que ayudan a miles de personas a tener una mejor calidad de vida.

Sin embargo, estos hechos no se consideran noticia. Estas informaciones no llenan páginas ni titulares. El redactor jefe de un prestigioso diario español explicaba, no hace mucho a un grupo de periodistas de ONG, que “las informaciones positivas no venden”, que a la gente lo que le interesa son las desgracias ajenas.

Pero también hay ejemplos que contradicen esta experiencia. Baste como ejemplo, el Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS) promovido por la ONG española Solidarios para el Desarrollo. Cada semana, el CCS hace llegar a más de 1.500 medios de comunicación de Latinoamérica, Estados Unidos, África y España, siete artículos con el objetivo de informar y sensibilizar en temas de solidaridad, justicia social, infancia, mujer o derechos humanos. Siempre con propuestas alternativas y con la intención de dar a conocer proyectos e ideas que hacen de éste, un mundo más justo y solidario. Cientos de periódicos publican cada semana estos artículos y millones de personas los leen, y son muchos los que responden con sus opiniones y dando palabras de estímulo.

O la BBC, que ha apostado por alcanzar acuerdos con agentes locales en países en desarrollo para formar periodistas y apoyarlos en la creación de radios locales. Son los propios ciudadanos de estos países los que mejor saben cómo transmitir los mensajes para que lleguen al resto de la comunidad.

Como dice la profesora argentina Beatriz Sarlo, “sin medios de comunicación responsables, no puede haber individuos librepensadores y críticos”.

 

Periodista

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