Opinión Nacional

Satírico

El adjetivo satírico designa lo que se refiere o es propio del sustantivo sátira. Y esta se define como “Composición poética u otro escrito cuyo objeto es censurar acremente o poner en ridículo a alguien o algo. || 2. Discurso o dicho agudo, picante y mordaz, dirigido a este mismo fin” (DRAE). (En este caso el vocablo discurso no se refiere específicamente al género oratorio, sino al concepto lingüístico en general, referente a todo clase de construcción de lenguaje oral o escrito, incluso de otros tipos no articulados).

Como bien lo señala la definición del DRAE, la sátira puede ser una composición poética, pero también de otra clase, en prosa o en verso. Su propósito es expresamente el de criticar con mucha dureza, acremente, o poner en ridículo algo o a alguien, para lo cual la sátira recurre con frecuencia al humor, sin pertenecer necesariamente al género humorístico. Como es obvio, se trata en tal caso de un humor duro, picante, destinado no sólo a hacer reír, sino también a fustigar y censurar con saña y crueldad determinados hechos y conductas individuales o sociales. En este sentido es muy importante la sátira que se expresa más allá de las palabras, mediante, por ejemplo, la caricatura, sea que lleve texto escrito o no. Es la sátira que se expresa, como antes señalé, con un lenguaje no articulado, en este caso el dibujo caricaturesco. En Venezuela hemos tenido verdaderos maestros de este tipo de sátira, de la cual el más agudo y brillante exponente es, sin duda, Pedro León Zapata, heredero, a su vez, de otros grandes del pasado, entre quienes descuella Leoncio Martínez, Leo.

La sátira, como ya vimos, puede apuntar a lo individual o a lo colectivo o social. En el campo de la política es muy común la individual, que se enfoca contra una persona determinada, generalmente de importancia y significación. Pero no se aplica sólo en el mundo de la política, pues también suele escoger sus blancos en ámbitos como el literario, el religioso, el deportivo, el económico, el de las artes, etc.

La sátira social o colectiva no se dirige a una persona determinada, sino a un conjunto de personas, a un fenómeno colectivo, aun a la sociedad en general. En Venezuela el poeta Alfredo Arvelo Larriva, la máxima figura de nuestra poesía modernista, fue un maestro de la sátira, tanto de la individual como de la social. En una ocasión, acuciado por la trágica muerte de un grande amigo suyo ahogado en el Lago de Maracaibo, en un poema se refiere satíricamente al petróleo y al aprovechamiento que del mismo hacen ciertas personas: “El petróleo es un dios bárbaro / y, por sobre bárbaro, zurdo. / No es un dios: es sólo un fetiche / grosero y estúpido / que obra prodigios y milagros / por intermedio de sinuosos brujos”.

Son famosos también los versos satíricos de muchos poetas de diferentes épocas, que han dado origen a un verdadero género satírico. Como los de Sor Juana Inés de la Cruz, la gran poeta mexicana del siglo XVII, máxime representante de la poesía barroca hispanoamericana. Muy conocidas son las redondillas donde satiriza la situación de inferioridad de la mujer en una sociedad como la de su tiempo, dominada por un machismo cerril e irracional. Lejos la monja, por cierto, del feminismo a ultranza, como lo atestigua su abundante poesía profana, donde canta, a veces con evidente exaltación erótica, el amor de hombres y mujeres. Su defensa de la mujer se plantea en términos mas bien filosóficos, nada elusivos, pero tampoco rastreros. Son aquellas redondillas que comienzan “Hombres necios que acusáis / a la mujer sin razón, / sin ver que sois la ocasión / de lo mismo que culpáis”. Y continúan con estrofas demoledoras como estas: “¿Cuál mayor culpa ha tenido / en una pasión errada: / la que cae de rogada, / o el que ruega de caído? // ¿O cuál es más de culpar, / aunque cualquiera mal haga: / la que peca por la paga, / o el que paga por pecar?”.

Finalmente, los vocablos sátira y satírico tiene relación con el sustantivo sátiro, pero sólo morfológica y etimológicamente, y no desde el punto de vista semántico. Me refiero al vocablo sátiro en la segunda acepción que de él aparece en el DRAE: “En la mitología grecorromana, divinidad campestre y lasciva, con figura de hombre barbado, patas y orejas cabrunas y cola de caballo o de chivo”. De este, a su vez, deriva el uso de sátiro para definir al “Hombre lascivo”, y de satiriasis: “Estado de exaltación morbosa de las funciones genitales, propio del sexo masculino”.

Oiga de lunes a viernes, a las 11,10 a.m. (nuevo horario), el micro CON LA LENGUA EN ONDA, por RADIO ONDA 107.9 FM, la superestación, en el programa de Mari Montes.

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