Opinión Nacional

Savonarola Chávez

Frente a los periodistas reunidos este lunes 16 de Agosto en la sala de prensa del Palacio Miraflores, el presidente venezolano Hugo Chávez, elaboró un balance del nuevo triunfo electoral que lo confirma como una de las figuras más carismáticas y polémicas de América Latina. Consolidó su mandato hasta el año 2006. Y sabemos que después, no sólo la suerte decidirá su futuro. También el calculado guiño de animal político que parece poseer en el olfato. Un personaje tropical que parece haber escapado de la inmortal novela de García Márquez, El otoño del Patriarca.

Con su habitual estilo y variando los ritmos en la alocución, no pudo ocultar su sobrado orgullo como vencedor. Una suerte de Bolívar confundido con Savonarola. En perspectiva, destacó la unidad del “pueblo”, la victoria del “pueblo” y la salvación del “pueblo”. De sus rivales opositores, reclamó la aceptación de los hechos con un llamado “sin convencimiento”. Y la entrada del discurso fue la ratificación de su poder ante la comunidad internacional. Luego, un ligero desvío provocado en el discurso: “lo que hemos visto en las elecciones de ayer, no se le debe a Chávez. Porque yo soy lo de menos”. Esta desapercibida afirmación contiene más fondo de lo que aparenta.

Porque los análisis pueden abundar en evaluaciones coyunturales: sobre lo representado en los precios del petróleo, la estabilidad regional, el respaldo de Cuba, los capitales invertidos en una campaña populista, el apoyo de los estrategas cubanos, etcétera. Pero ningún enfoque subrayará lo suficiente en el hecho de contar con una personalidad circulocuadrática. Un redentor de aquellos tiempos que creíamos desaparecidos. Y si algo entraña Hugo Chávez frente a la historia universal es la reencarnación medieval de los caudillos que antecedieron a los reformadores. Chávez actúa y se perfila en Venezuela como un Savonarola.

Así como Savonarola, en las decisivas disputas sobre una forma de gobierno oligárquica o democrática, defendió el dominio popular ante asambleas de entre trece o catorce mil personas. Le importaba que los pobres, las viudas y los huérfanos recibieran apoyo. En la constitución inspirada por él encontró una expresión explícita frente a la burguesía: “Las clases bajas, que no pertenecían a los gremios, tuvieron en el poder del gobierno tan poca participación como las familias nobles…” Savonarola se consideraba a sí mismo como un profeta, por lo menos como un hombre dotado de una intuición supraterrena. La exaltación de su persona por los partidarios más próximos y a través de sus propios discursos era un medio de su inexorable influencia sobre las masas.

Chávez tiene análogo parentesco. Baste recordar cómo días previos a las elecciones, y cuando ya parecía elaborada la victoria, se dirigía a las multitudes. Un movimiento de gentes que desfilaba a lo largo de la plazoleta central de Miraflores batiendo sus pañuelos rojos. La mirada fija sobre la muchedumbre, los gritos ensordecedores del populacho. Son hechos que tienen que crearle a Chávez la sensación de ser el enviado.

Y si tenemos que evaluar con distancia los resultados. Habrá que suscribir como un logro suyo el haber dividido a Venezuela entre quienes estaban con Chávez o en su contra. Lo segundo, la enorme impotencia de la política democrática frente a un candidato de su especie. Chávez logró convencer al populacho venezolano de su providente lugar. Un fenómeno que las estructuras de una campaña ortodoxa no podrá vencer nunca. ¿Qué un líder opositor de su talla? Este es el verdadero nudo gordiano. Porque señalaría una verdadera hecatombe, no sólo para Venezuela, sino para toda la región.

A Savonarola lo derrumbó la pérdida de su influencia personal. El pueblo se cansó y él se vio obligado a influir con más fuerza en sus espíritus. Durante un tiempo pudo despertar su adormecimiento. Pero las fuerzas del revolucionario religioso y político fueron desfalleciendo. No fue nunca capaz de trasladar a la interioridad del creyente la fuerza del cambio, como lo consiguió luego Lutero. A Savonarola el pueblo llegó a dotarlo de cualidades mágicas. Y esta fue una condición de su influencia sobre las masas. Su hundimiento resultó de las diferencias entre los propios grupos dominantes.

El inmediato entorno político que rodea a Hugo Chávez parece darle ventajas. Pero estas son relativas. Los niveles de pobreza y desempleo en Venezuela seguirán creciendo. Y lo que ahora son manifestaciones emotivas de esperanza, mañana pueden ser fuerzas sociales adversas. La fidelidad de los chavistas estará torcida, cuando los tiempos escatológicos de la prosperidad y la riqueza, pongan al desnudo la fragilidad de su Savonarola.

* Analista Político, su último libro: Metáforas de una Guerra Perpetua, ha sido publicado por el Fondo Editorial de la Universidad Eafit de Medellín, Marzo de 2004.
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