Se necesita una respuesta mas enérgica
El filósofo chileno Fernando Mires en su obra “Teoría de la Profesión Política, corruptos, “milicos” (militares) y demagogos, escribe lo siguiente: “Donde no hay política, hay barbarie; donde hay barbarie, hay violencia y terror (p. 127)…El dictador vive la realidad como un sueño, y sus víctimas –qué duda cabe—como una pesadilla” (p. 134).
Traigo a colación estas palabras porque el autócrata quiere llevarnos a esta situación, y no faltan quienes califican ya lo que estamos viviendo como una pesadilla. Los anuncios que formula vestido de militar con armas en mano, su prédica de guerra y de amenazas a los medios, las leyes que su asamblea (en minúscula) le aprueba, el comportamiento del CNE dirigido a quebrar el valor del voto e inducir a la abstención, el tipo de economía del conuco, del trueque, de la época primitiva cuando no existía el dinero; la destrucción del aparato productivo en su lucha contra el capitalismo para hacer prevalecer su salvaje capitalismo de Estado; la visión ideologizante que tiene del proceso de integración; el desarrollo de un descomunal aparato de adoctrinamiento que lo ha extendido a las fuerzas armadas y lo quiere implantar a juro en el proceso educativo, en fin, la marcha acelerada hacia ese pasticho denominado “socialismo siglo XXI” que repite el estatismo, el centralismo, el terror y el aborrecible culto a la personalidad, indica a las claras que la sociedad democrática venezolana está en serios peligros. Y que aún es tiempo de reaccionar.
Estamos en un año electoral y, ya lo señalamos, el CNE por instrucciones del autócrata y del ala más “dura” del chavismo se niega a reconocer lo elemental en un proceso electoral. Estamos, pues, en una campaña electoral atípica, que en nada se parece a las confrontaciones electorales de las sociedades donde se respetan determinadas reglas de juego. Hemos observado las elecciones en Chile, Bolivia, Perú, Costa Rica. Hay procesos electorales en México y Nicaragua. En ninguno de ellos se pueden encontrar las aberraciones electorales que practican el CNE y el autócrata que no tiene equipo de gobierno para resolver los problemas candentes que aquejan a la inmensa mayoría de venezolanos y venezolanas, pero que sí sirve para la adulancia peor que en las épocas de Cipriano Castro, Gómez y Pérez Jiménez para referirnos al siglo XX y para utilizar los recursos del Estado a favor de la candidatura oficialista.
Es la hora de la unidad de los demócratas. Hay que esforzarse en estos cinco meses que faltan hasta el 3D. Y pensar más allá. En el 2.007 no habrá elecciones y no habrá razones para no unificar a toda la oposición, como en estos cinco meses hay más de un motivo para actuar unidos por el rescate del voto como un arma. No se trata de descender a electoralismos ramplones. Es acentuar el camino pacífico de la salida a la crisis en contra de quienes quieren cerrar ese camino y sólo hablan de guerra, de armamentos, de enemigos. Nosotros representamos la paz, la reconciliación de los venezolanos, el respeto a la disidencia, el cabal ejercicio democrático de la separación de poderes, de la libertad de expresión y de una economía mixta donde la inversión nacional y extranjera desempeñen un papel fundamental al lado de la inversión estatal para crear empleo y así generar riquezas y combatir exitosamente la pobreza.
Una respuesta más enérgica capaz de frenar y derrotar los planes de la autocracia es una obligación de todos aquellos que anhelamos una Venezuela democrática.