Seis a cinco
En Venezuela el deporte que tiene mayor arraigo es el beisbol. Seis a cinco es un resultado que puede calificarse de frecuente en partidos de beisbol y su análisis muy rápido nos indica que el juego fue bastante parejo.
En futbol un resultado de seis a cinco es muy poco frecuente. Una tantera tan abultada es difícil de digerir pues cuando los resultados son abultados uno de los dos equipos predomina sobre el otro.
Si pensamos en basquetbol y referimos un resultado de sesenta y tres a cincuenta y cuatro podemos concluir que se trató de un partido parejo donde la defensa de ambos equipos contrarrestó las ofensivas del contrario.
Otros deportes que pudieran ofrecer un resultado como el planteado no son de la afición venezolana.
Esos guarismos, seis a cinco ó sesenta y tres a cincuenta y cuatro, son los resultados de las votaciones efectuadas el pasado domingo 15 de febrero.
Pero la contienda, ni fue pareja, ni se pueden comparar las actuaciones ofensivas y defensivas de los bandos en disputa.
Un partido de beisbol donde los árbitros o “umpires” estaban absolutamente sesgados. Donde un equipo utilizó bates adulterados, guantes de dimensiones mayores que las permitidas y movía las bases a su conveniencia, contra un equipo donde el activo más preciado fue el enorme espíritu combativo y apegado a las reglas del juego.
Un partido de futbol donde un equipo utilizó veintidós jugadores contra los once reglamentarios del contrario y en el cual, los árbitros no vieron ninguna de las infracciones del equipo ganador, mientras pitaron las faltas reales o imaginarias de los perdedores.
Tenemos que seguir jugando, son las reglas de la democracia. Y el Estado y sus administradores tienen que comprender que sus acciones deben satisfacer a todos los ciudadanos y no a una parcela de ellos que apenas rebasa a la otra mitad.
