Opinión Nacional

Semiología de la coprolalia chavista

“No gastar pólvora en zamuros”: un consejo con pedigree, hijo directo del latino de minimis non curat praetor . Ocasiones hay, sin embargo, que imponen a los comunicadores el deber moral de gastarla.

Juan Barreto superalcalde acababa de enviar una representación caraqueña a una jornada europea por la dignidad gay: único esperanzador gesto de modernidad en un asfixiante universo moral de pasionarias resentidas, lumpen intelectual, ViveTV y hedores cuarteleros. De ese civil pre-obeso y clase media UCV (de los últimos en un océano de militares) con pinta de ciclotímico extrovertido, cabía esperar además un bonachón rol amortiguador de ruindades militaristas, cual sublimador de cuarteleros eructos; y de su formación de Comunicador, un criollo fair play con los colegas de los medios.

Todo lo contrario. Súcubo y portavoz de la patológica intoxicación ideológica de régimen, con su alucinante carga de odio de clase a un milímetro de la incitación al linchamiento, nuestro superalcalde, en dos notables performance del 22 y 24 de agosto 2006, tildó a dos alcaldes de la oposición, entre otras menudencias, de “hijos de puta… que van a ir presos dentro de poco,…traidores del pueblo…hamponato verbal y élites putrefactas… fascistas… y cadáveres ambulantes” prometiendo “a su intolerancia fascista, estalinismo por el culo” [Empresas transcriptoras y desgrabadoras: ustedes trabajan para la historia, por favor no censuren textos como lo hicieron con esa escatológica expresión]. Remató con un broche de oro, su coprolálico obsequio a los“ojos vidriosos de la soberbia de una clase media putrefacta y embrutecida por el dinero”.

Tres breves glosas a ese terrorismo que nos quisiera gobernar treinta años más.

Primera: dicho encono masoquista contra su propia clase es tan imbécil y tan fuera de su tiempo como la de su Íncubo (el del “ser ricos es malo”) que en esos mismos días y horas andaba elogiando a Mao por China, un país cuya consigna oficial es “enriquézcanse”, que logra elevar cada año veinte millones de ciudadanos al status de clase media, y cuya increíble concentración de Ferrari y Mercedes de lujo débese a la existencia de trescientos veinte mil chinos millonarios.

Segunda: su jefe militar lleva siete años enseñando desde Miraflores el más despiadado odio de clase, al límite de una guerra civil. Todos recordamos los improperios e infamias de Chávez contra la mitad del país que lo adversa, sus instigaciones al linchamiento de ciertos periodistas, o sus amenazas a los habitantes del Este de la capital: “Si hubiésemos querido, no hubiéramos dejado piedra sobre piedra”. Barreto salió cuervo y de los peores, pero tal vez se propasó en servilismo y ansias mediáticas. Olvidó que en regímenes como el suyo, los déspotas manejan un mecanismo llamado “purga”; algún teniente espera por su cargo.

Tercera: la oposición da gracias por el favor recibido en época electoral. La verdadera reflexión la deben emprender quienes pensaban reelegir el autócrata. Barreto lanza un claro preaviso de lo que vendría si Chávez se eternizare en el poder: una radicalización violenta de su “revolución” con cientos de miles de chavistas purgados por inseguros (en parte vía “captahuellas”) y concentración estalinista del poder en manos de un puñado de hiper-fieles al déspota. Con su “estalinismo por …..”, Barreto descubre las cartas y busca posicionarse entre los ungidos.

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