Opinión Nacional

Sentido de urgencia

Hugo Chávez está iniciando el año doce de un mandato que constitucionalmente estaba limitado a cinco, sin reelección. Ya sabemos como llegamos a lo que tenemos, el precio que el ciudadano común ha pagado y están más que probadas la ineficacia, la corrupción del régimen y el espíritu subversivo y corruptor de quien lo dirige. Se acabó la democracia y se destruye aceleradamente lo que queda de república. Si aceptamos como válidas estas premisas, lo lógico es que quienes rechazamos lo actual nos unifiquemos en el objetivo de ponerle punto final en el menor tiempo posible. No será mañana, ni pasado mañana, aunque no lo descartamos. Será el necesario para alcanzar el objetivo, sin descansar ni un segundo en el empeño.

Para cualquier país es tan importante la existencia de un buen gobierno como disponer de una buena oposición. Venezuela lamentablemente carece de ambas cosas. El gobierno es muy malo, el peor de la historia, sin escrúpulos para matar, robar, perseguir, encarcelar y violentar el orden jurídico masacrando valores y principios fundamentales. Pero tiene objetivos claros, unidad de mando y recursos infinitos derivados de su propia condición. El problema está en que el mayoritario y creciente rechazo al régimen no encuentra una dirigencia opositora capaz de interpretarlo, unificarlo hacia el cambio anhelado, de deslastrarse de ambiciones personales y de grupo y de evitar la calculada y acomodaticia confusión entre democracia y elecciones. Consciente o inconscientemente, como ha sucedido varias veces en el pasado inmediato, cae en la estrategia del gobierno de alargar las cosas para que, de fraude en fraude y por la “vía electoral”, termine de consolidarse el estado comunista que nos imponen. Ya se trata de una oposición colaboracionista u oficialista, como algunos empiezan a llamarla. Lo cierto es que el problema es grave y de urgente solución.

Las elecciones son un instrumento básico de la democracia cuando funciona, pero incluso en ese supuesto, no es el único instrumento, tampoco el más importante. Mientras este régimen exista y Chávez se mantenga en la presidencia, no habrá solución para ninguno de los problemas. Todos se Irán agravando como ha sucedido. A los existentes se agregaran otros nuevos, tan graves o peores que los que estamos padeciendo. En consecuencia lo que se impone es que Venezuela entera, opositores, chavistas descontentos, los mal llamados ni-ni, propios y extraños amenazados por la dictadura, nos unamos férreamente para exigirle a Chávez que renuncie o para impulsar su destitución. Se trata de ejercer un derecho ciudadano reconocido cuando se dan situaciones extremas como la venezolana. Urgencia y desprendimiento total son requisitos indispensables para mantener autoridad moral y política a la hora de los cambios. A los escribidotes convertidos en apóstoles de la complicidad con el gobierno a la hora de “las chiquitas”, por favor, moderen su cobardía.

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