Opinión Nacional

Sí es derrotable

Las groseras, infames y gratuitas acusaciones que el Chávez candidato dirigió al sábado 12 a la oposición –incompatibles con su investidura de Presidente de todos los venezolanos– bastarían, en un contexto no totalitario, para deslegitimarlo y lanzarle un empeachment por insania e incitación a la guerra civil. El autócrata calificó a todos sus opositores de “candidatos de la contrarrevolución, de la ultraderecha y del imperio norteamericano”, los amenazó que si ellos “… siguiendo los planes imperiales, se retiran…

tanto sus amos en Washington como sus lacayos de aquí se van a arrepentir”, y vaticinó que de ellos ganar “Bush se convertiría en el verdadero presidente [de Venezuela]… y volveríamos a ser colonia norteamericana (¡sic!) ”. Les dejó de aporía (una alternativa sin salidas), ser acusados de traidores a la patria o “ser derrotados por KO fulminante y salir en camilla”. No se sabe de democracia que le tolere a su presidente tan irresponsables pronunciamientos.

Sin embargo, ese último reflujo de bilis hacia todo el que no está con él exudaba inseguridad, de consuno con el fuerte aumento de sus tic nerviosos faciales.

La magra representación de fidelísimos que, pese a tanto autobús, lo acompañaba, ya permite aplicar a sus propias huestes el atributo de “escuálidos” con el que él insultó la oposición durante años. En su discurso se deslizó además un “va a ser muy difícil obtener los 10 millones de votos”.

Hace tres años, era lugar común del realismo opositor reconocer que si en las curiaras de la oposición cada quien remaba por su lado, el yate del régimen con su déspota al timonel mantenía un rumbo homo! gé ;neo. En agosto 2006 los términos de ese símil lucen invertidos: desarticulado por dentro a fuerza de tanta lucha de poder, robos, incompetencias y descontento popular, el yate del régimen comienza a derivar, mientras que la oposición, ahora instalada en un robusto peñero en que todos reman al unísono, sí pudiera, con enorme esfuerzo y un segundo aliento, llevar el país a buen puerto.

Chávez cuenta con su 9% de fidelísimos y con una gran cantidad de votos lo que se dice comprados con prebendas y sinecuras, becas, actos caritativos de masa, distribución salvaje de tierras y aperos, subvenciones, préstamos y contratos otorgados a cambio de votos y otras demagogias. En su inmensa mayoría (así lo señalan todas las encuestas) esos favorecidos aborrecen el castro-comunismo, creen en la propiedad privada y desean ser gente acomodada, no aman la regimentación ideológica y denuncian la absoluta incompetencia del régimen en materia de seguridad, vivienda y trabajo.

¿Votarán todos ellos e indefectiblemente por Chávez, en diciembre próximo, o asistiremos a un retorno de dignidad estadísticamente imponente? Con la alcanzada unión de la oposición alrededor de un candidato único, y los luminosos gestos de Petkoff y Borges que la hicieron posible, el país ha recibido en estas semanas el mensaje vital que esperaba: nada está perdido, sobrevive una Venezuela honesta, civilista y de pantalones que sí se va a enfrentar a Chávez y no permitirá los viejos fraudes electorales.

Abstención es suicidio, aceptar que el autócrata termine de hacer de nuestro país un rancho socialista. ¡A votar todos; Chávez sí es derrotable en las urnas, y el primero en saberlo es él!

«Nada está perdido, sobrevive una Venezuela honesta, civilista y de pantalones»  

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