Opinión Nacional

Siempre y cuando

Cuando la tribu de los planificadores -esa peculiar marca que tanto coloreó al siglo XX y que sigue vivita y coleando en éste- tuvo que responder a la ansiosa pregunta que toda sociedad siempre expresa: ¿qué es lo que nos reserva el futuro?, o mejor, ¿qué es lo que ese futuro nos mostrará precisamente por adoptar lo que ustedes nos sugieren y emplear en ello todos los recursos posibles?, a los planificadores rápido se les ocurrió -no faltaba más- una nueva «tecnología», la de los escenarios.

Así, muy pronto se hicieron duchos en esas imágenes de lo que el futuro nos reservaba. Puras «imágenes» es lo que son a fin de cuentas los fulanos escenarios. Pero al producto había que protegerlo, porque el futuro tiene la pésima costumbre de transformarse rápido en presente.

¿Y qué mejor protección que la de no ofrecer uno, sino dos o más escenarios? Así, salga sapo, salga rana, uno de esos escenarios se haría presente. O más seguro aún, el engendro que finalmente el presente haría muy real tendríarasgos que rápido podríamos identificar con uno de los escenarios. Así, si no acertábamos, quedábamos tan cerca que por un pelo…

Eso requería, parece obvio, que cada escenario fuese distinto o hasta contrario a los otros. Así cubriríamos todas las posibilidades.

Para mi gusto, sin embargo, los escenarios adolecían de algo que me parece vital: los supuestos que deberían estar presentes -y actuantes- para que sus probabilidades fuesen muy altas. Pero era inútil buscar estos ingredientes en cuanto escenario examinaba: ¡siempre estaban ausentes! Eso me hizo ser muy cauto desde que me acerqué a esta tecnología fastidiosamente recurrente.

Lo que sí es fascinante de esta novedosa tecnología es que, en la misma medida en que nos angustia lo que se nos viene encima y no tenemos modo de evadir, los escenarios se presentan con gran fuerza y sus creadores con más razón. ¡Hasta se podrían hacer concursos de escenarios y premiar a sus creativos!

En eso andamos ahora. Ya el CNE determinó que será el 7 de octubre de este año bisiesto cuando el pueblo elector determinará, por mayoría, si Hugo Chávez ha de continuar al frente del Estado, o si ha llegado el momento de mandarlo a paseo y otorgar la responsabilidad a Henrique Capriles.

De inmediato la conseja popular produjo su primer escenario: No habrá elecciones, afirman categóricos, sin que les pase por la cabeza el peliagudo problema de la «legitimación» de quien asumiera el cargo.

Tocó a los articulistas de opinión, a opinadores en los medios audiovisuales y a cuanto conferencista merodea por la comarca, elaborar variados escenarios, usualmente tres: gana Chávez, pierde Chávez porque gana su oponente y otro muy extraño, habrá un golpe de Estado al cual se adorna con su «racionalidad»: será un Golpe para remachar a Chávez. Es decir, tenemos sólo dos, aunque el tercero sea una «variación», pero con el mismo resultado. Una especie de Fujimori tropical.

Lo asombroso es que nada se dice de qué es lo que posibilita que se dé uno con exclusión de los otros. Por eso vale la pena examinar esta carencia, y lo vamos a hacer de un modo muy particular. En efecto, dada la abrumadora polarizaciónde los venezolanos, examinar las oportunidades de triunfo de uno de los dos contendores aclara las razones de la derrota del otro.

Veamos pues lo que tiene que pasar para que Hugo Chávez gane su cuarto período, e inferir que si eso no se da, la conclusión parece obvia: el triunfo se lo adjudicará Henrique Capriles.

Más de la mitad de la población tendría que estar muy contenta con los catorce años de la gestión del gobierno. ¿Lo está? La tendencia que se hizo clara cuando elegimos diputados tendría que revertirse. ¿Luce que eso pasará? Hugo Chávez tendría que lograr que el campo vote masivamente y las grandes ciudades escasamente. ¿Se percibe esa tendencia?

Para contrarrestar la abrumadora votación de ciudades como Caracas, Maracaibo, Valencia, San Cristóbal, Barcelona-Puerto La Cruz, Puerto Ordaz, donde sus posibilidades lucen endebles y su opción carcomida, los premiados con viviendas tendrían que ser muchos -¿lo son?- y salir a votar en masa, ¿lo harán?

Pero quizás lo más duro para Chávez sea la decisión irrefrenable de muchísima gente en las ciudades, con un peso abrumador para una elección presidencial, de hacer lo imposible para garantizar un monumental alud de votos para Capriles; y eso ya lo mostró el 12F. Saldrán de debajo de las piedras a votar y defender sus votos. Entonces, ¿tiene chance Chávez?

 

 

Fundado hace 28 años, Analitica.com es el primer medio digital creado en Venezuela. Tu aporte voluntario es fundamental para que continuemos creciendo e informando. ¡Contamos contigo!
Contribuir

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba