Opinión Nacional

Simón Bolívar: Su visión antimilitarista y antireeleccionista

El pueblo quiere saber si dejaré alguna vez de mandarlo
Si un hombre fuese necesario, para mantener el Estado, este
Estado no debería existir, y al fin no existiría
Desde hoy no soy más que un ciudadano armado para defender la patria
Y obedecer al gobierno
Os hago formal y solemne entrega de la autoridad suprema
Que los sufragios nacionales me han conferido
(Bogotá, 20 de enero de 1830)

La espada y la cruz revelaron la naturaleza del poder absolutista, monárquico, despótico y mercantilista del imperio español. Un modelo político, militar y teológico legitimado en la célebre doctrina del derecho divino de los reyes. Con esa doctrina, príncipes y reyes pretendían perpetuarse en el poder bajo los designios del mandato celestial. No obstante, en el seno de la sociedad colonial surgió una élite política que asumió el reto y el desafío de combatir esas creencias peligrosas y perversas, mediante un proyecto de nación de origen liberal y republicano. Los venezolanos expulsaron a reyes y príncipes y echaron los cimientos de una república en sintonía con los tiempos históricos.

A pesar del personalismo, del militarismo y del caudillismo que se impuso a lo largo del siglo XIX y XX, utilizando la forma de reelección indefinida para perpetuarse en el poder, el venezolano no perdió la fe en el republicanismo y el civilismo que habían heredado de los próceres de la Independencia.

Cuando el gomecismo creía estar seguro en el poder, unos jóvenes, la generación del 28, despertaron a un pueblo sometido al reeleccionismo, al continuismo, a la barbarie y la servidumbre. Por esto, 1936-1945; 1952-1958, fechas históricas que rescataron el poder civilista de un pueblo contra el militarismo y el reeleccionismo.

En la era democrática, ese pueblo fervoroso y civilista, dio un golpe mortal al mandato único, al reeleccionismo e impidió la utopía caribeña. Al mismo tiempo, rechazó dos golpes de Estado en el año de 1992 y repudió la conducta autoritaria del pepino el breve el 11 de abril de 2002. Asimismo, con dignidad y heroísmo votó el 2 de diciembre de 2007. Rechazó una reforma constitucional que buscaba imponer la reelección indefinida, liquidar alternabilidad, la representatividad, la propiedad privada e imponer un esquema político de origen absolutista y comunal.

No fue casual, que el 23 de noviembre de 2008, el pueblo venezolano logró conquistar los Estados más importantes del territorio nacional. Por ejemplo, el estado Zulia donde se selló la batalla naval que puso fin al imperio español; Caracas donde nació la conciencia liberal y republicana que logró la derrota histórica contra el imperio español; el estado Carabobo donde se dio la batalla que todos conocemos, el estado Miranda devuelve de nuevo a hombres y mujeres la gigante imagen universal de Francisco de Miranda; el estado Táchira donde Bolívar dejó huellas de la hermosa Campaña Admirable. Qué ironía de la historia, espacios geográficos que representan el civilismo y el republicanismo que tanto fascinó al Libertador Simón Bolívar.

Hoy, el gobierno bolivariano afana por una enmienda cuyo propósito es el de imponer la reelección indefinida, de socavar las bases del republicanismo, de la alternabilidad, de la representatividad, de la propiedad privada y establecer un modelo absolutista y colectivista. No cabe la menor duda, que esta nación civilista y republicana irá con fervor a las urnas a votar por la opción del NO. Triunfará el poder civil sobre el poder militarista y monárquico. Bolívar acompañará a este pueblo a librar una nueva batalla histórica por la libertad y la democracia.

Simón Bolívar, estuvo conciente de los efectos perversos y peligrosos de estos esquemas que conducen, inevitablemente, a la tiranía y el despotismo. Estaba convencido que el poder militar tenía que estar subordinado al poder civil. Así lo señaló en una oportunidad:

No es el despotismo militar el que puede hacer felicidad de un pueblo, ni el mando que obtengo puede convenir jamás, sino temporalmente, a la república. Un soldado feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su patria. No es el árbitro de las leyes ni del gobierno; es el defensor de su libertad (Discurso pronunciado en la Asamblea de Caracas, el 2 de enero de 1814. Yánez y Mendoza, tomo I, 111).

Fue muy reiterativo sobre este tema de la reelección indefinida. En el discurso del Congreso de Angostura, pronunciado por el Libertador el 15 de febrero de 1819, sostuvo con claridad su desacuerdo:

La continuación en un mismo individuo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso el dejar permanecer largo tiempo en un mismo ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle, y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía (Simón Bolívar. Obras Completas. Editorial LEX, La Habana, Cuba, 1947, 1134).

Continuando con este punto, Bolívar cauteloso y olfateó con fina inteligencia lo negativo del mandato único y de la reelección indefinida. En el Discurso ante el Congreso en el Acto de Juramento en calidad de Presidente, el 3 de octubre de 1821, advirtió sobre la inconveniencia de una reelección indefinida y de las consecuencias que derivan de un militar para ejercer poderes civiles:

Yo siento la necesidad de dejar el primer puesto de la República, al que el pueblo señale como el jefe de su corazón. Yo soy el hijo de la guerra; el hombre que los combate han elevado a la magistratura: la fortuna me ha sostenido en este rango y la victoria lo ha confirmado. Pero no son éstos los títulos consagrados por la justicia, por la dicha y por la voluntad nacional. La espada que ha gobernado a Colombia no es la balanza de Astrea. Esta espada no puede servir de nada el día de la paz, y este debe ser el último de mi poder; Porque así lo he jurado para mí, porque lo he prometido a Colombia, y porque no puede haber República donde el pueblo no puede estar seguro del ejercicio de sus propias facultades. Un hombre como yo, es un ciudadano peligroso en un gobierno popular; es una amenaza inmediata a la soberanía nacional. Yo quiero ser ciudadano, para ser libre y para que todos lo sean. Prefiero el título de ciudadano al de Libertador, porque éste emana de la guerra, aquel emana de la leyes (Simón Bolívar. Obras Completas, tomo II, p. 1178).

Sin embargo, en la Constitución de Bolivia, promulgada en el año de 1825, Bolívar apoyó la Presidencia vitalicia. Lo que pondría en entre dicho su espíritu liberal, republicano, antimonárquico. Pudiéramos considerarlo un error político e historicote debió arrepentirse como se puede apreciar posteriormente. En efecto, Bolívar les comunicó a sus amigos algunas reflexiones sobre ese punto de la reelección. Por ejemplo, la correspondencia que le envió al General Oleary el 13 de septiembre de 1829, donde le planteó algunas interrogantes:

¿Qué hará pues, el Congreso para nombrarme un sucesor? ¿Será granadino o venezolano? ¿Militar o civil? Los granadinos deben desear tener un presidente de su país; un venezolano los ha mandado más de diez años. Los venezolanos que ellos están sujetos a la capital de Nueva Granada y a la influencia de sus hijos y que la única esperanzas que les queda es la de que un venezolano mande en jefe. Aquí se reúnen muchos inconvenientes de una y otra parte, y, sin embargo, no son estos solos. ¿Mandarán siempre los militares con su espada? ¿No se quejarán los civiles del despotismo de los soldados? Yo conozco que la actual república se puede gobernar sin una espada, y, al mismo tiempo, no puedo dejar de convenir que es insoportable el espíritu militar en el mando civil. Siempre tendrá el congreso que volver a la cuestión de dividir el país, porque hágase lo que se quiera, la elección del presidente ha de ser reprobada (Eleazar López Contreras. El pensamiento de Bolívar Libertador (fragmentos de cartas y documentos). Editorial LEX, La Habana, Cuba, 1950, p. 225).

Es de singular importancia para los venezolanos citar la carta que envió Simón Bolívar al presidente del senado de Colombia (con respetuosa negativa a aceptar la Presidencia de la república para aceptar un nuevo período):

La Constitución no quiere que un ciudadano rija la nación por más de ocho años; Yo he mandado catorce en medio de la guerra y de la revolución. Mi horrible profesión militar me ha obligado una conciencia de soldado y un brazo fuerte que no puede manejar el bastón sino la espada. El hábito de la guerra, el servicio de los campos, el contacto con los enemigos, me han puesto fuera del mando civil; lo digo con rubor, más debo confesarlo… yo no puedo mandar más, excelentísimo señor, la república de Colombia: mi gloria me lo prohíbe y la libertad de Colombia me lo ordena. (Eleazar López Contreras. El pensamiento de Bolívar Libertador (fragmentos de cartas y documentos). Editorial LEX, La Habana, Cuba, 1950, p. 193-194)

Bolívar en esta carta deja una hermosa lección de civismo y de republicanismo. De igual modo, en esa carta Bolívar revalorizó el patriotismo del presidente de los Estados Unidos, George Washington, al no aceptar la presidencia para un nuevo período. Lo cual embriagó y deleitó el espíritu del ciudadano Bolívar:

Además, señor, la hermosa lección que nos ha dado el héroe ciudadano, el padre de la gran República americana, no debe ser inútil para nosotros. El pueblo quiso nombrarlo nuevamente para la suprema magistratura !Generosamente mostró el peligro, aquel virtuoso General a sus ciudadanos, de continuar indefinidamente el poder público en manos de un individuo! El héroe fue oído, el pueblo fue dócil; la República americana es en el día es el ejemplo de la gloria, de la libertad y de la dicha de la virtud (Eleazar López Contreras. El pensamiento de Bolívar Libertador (fragmentos de cartas y documentos). Editorial LEX, La Habana, Cuba, 1950, p. 193-194).

En consecuencia, Simón Bolívar rechazó la conducta militarista y reeleccionista. Fue enemigo del absolutismo, de la monarquía y mantuvo con dignidad y rectitud su conciencia civilista, liberal y republicana. El 15 de febrero de 2009, Simón Bolívar acompañará de nuevo a este pueblo a las urnas para depositar su voto y sellar el compromiso con la Constitución de 1999, con la democracia, con la representatividad, con la defensa de la propiedad privada y con el rechazo absoluto al espíritu militarista y reeleccionista.

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