Opinión Nacional

Sobre la nueva geometria social

Comencemos anotando que la revisión de la extensión geográfica de los actuales municipios no me parece mala idea. Tomen, por ejemplo, el caso del municipio Valencia, que cubre desde la plaza Bolívar casi hasta las estribaciones de Güigüe, pasando por los de los cañaverales de Flor Amarilla; o el caso del municipio Maturín, que cubre casi la mitad del estado Monagas; o la catajarra de pequeños municipios andinos, todos diminutos, o los amazónicos, todos gigantescos; y no paramos de contar.

La razón de la proliferación excesiva y su “modernización” parece ser el clientelismo político y el populismo, con una diferenta crucial: antes se hacía en aras de otorgar poder a las comunidades regionales, ahora se modifica no solo la geografía, sino el modo de selección de las autoridades, encubriendo así la verdadera razón: insistir en un sistema ya rechazado en la consulta electoral, por lograr el absoluto control de las autoridades locales.

Con este gobierno uno se ha acostumbrado a preguntarse, después de cualquier medida o decreto, ¿Dónde estará el guiso?.

Bueno aquí el guiso es aumentar el control ciudadano regional, dentro del plan generalizado de aplicar “la terreur”, el miedo, como instrumento de propaganda y control políticos. Sobre la utilización “del terror” terminamos recordando a Hannah Arendt : [Los orígenes del totalitarismo, 1951].

“Allí donde se alzó el poder desarrolló instituciones políticas enteramente nuevas y destruyó todas las instituciones sociales, legales y políticas del país. Sea cual fuere la tradición específicamente nacional o la fuente espiritual especifica de su ideología, el Gobierno totalitario siempre transformó a las clases en masas, suplantó el sistema de partidos no por la dictadura de un partido, sino por el movimiento de masas, desplazó el centro del poder del Ejército a la Policía, y estableció una política exterior abiertamente encaminada a la dominación mundial…allí donde estos sistemas se volvieron totalmente totalitarios comenzaron a operar según un sistema de valores tan radicalmente diferente de todos los demás que ninguna de nuestras categorías tradicionales legales, morales o utilitarias conforme al sentido común pueden ya ayudarnos a entendernos con ellos, o juzgar o predecir el uso de sus acciones…”
Sigue más adelante: (Arendt, idem)

El terror, como ejecución de una ley en movimiento cuyo objetivo ultimo no es el bienestar de los hombres o el interés de un solo hombre, sino la fabricación de la Humanidad, elimina a los individuos a favor de la especie, sacrifica a las «partes» en favor del «todo». La fuerza supranatural de la Naturaleza [Darwin, Hitler] o de la Historia [Marx] tiene su propio comienzo y su propio final, de forma tal que solo puede ser obstaculizada por el nuevo comienzo y el final individual que suponen realmente la vida de cada individuo…”

El terror total es tan fácilmente como síntoma de un gobierno tiránico porque el gobierno Totalitario, en sus fases iniciales, debe comportarse como una tiranía y arrasar las fronteras alzadas por la ley hecha por el hombre. Pero el terror total no deja tras de si una arbitraria ilegalidad y no destruye en beneficio de alguna ilegalidad arbitraria o del poder despótico de un hombre contra todos y menos aun en provecho de una guerra de todos contra todos…”

Y terminamos con la hermosa prosa de la Gertrude Himmelfarb, sobre los “poderes del pueblo” y el terror:

“Para Hannah Arendt, la Revolución «nació de la compasión» por «las clases bajas», les miserables. Esta «pasión de compasión», originalmente articulada por Rousseau y puesto en práctica por su discípulo Robespierre, inevitablemente culminó en el Terror, porque esa pasión respondía sólo a «la necesidad, las urgentes necesidades del pueblo», sin dejar espacio para la ley o el gobierno, para la libertad y ni siquiera la razón. De esta forma los Derechos del Hombre tenían que ceder antes los Derechos de los Sans-Culottes, y el «despotismo de la libertad» al «bienestar del pueblo».

“… Esta una lectura conmovedora pero fantasiosa de la historia. La Revolución no fue una revolución social, y el Terror no se instituyó para el bienestar del pueblo sino para «la seguridad pública», la seguridad del régimen. La República de la virtud no celebraba la virtud de la compasión sino de la razón: una razón elevada y abstracta que denigraba la razón práctica de la gente ordinaria. Su profesión de igualdad era igualmente abstracta, no le confería ninguna igualdad real al populacho. «Le peuple», en cuyo nombre Robespierre estableció la República, no era el pueblo en ningún sentido ordinario, y todavía menos les miserables, sino un «pueblo» abstracto, singular, representado por una singular y abstracta «voluntad general». Robespierre pudiera haber estado citando a Rousseau cuando dijo, «El pueblo siempre vale más que los individuos… El pueblo es sublime pero los individuos son débiles».

Dos notas para mi comandante:

Pd1. Ahora que “cada galpón vacío debe nacionalizarse” — ¿qué esperan para caerle a los gamelotales de la avenida Bolivar de Caracas?
Pd2 Sobre la felicidad, meta revolucionaria: Tomado de Gertrude Himmelfarb: … “Cuando Francis Hutcheson habló de «la mayor felicidad del mayor número», significaba esto en el sentido más prosaico y cuantitativo; cuando Rosseau hablaba de «la mayor felicidad de todos», lo quería decir en cierto sentido trascendente, metafísico, un «bien común de los hombres» que era al distinto del bien de los hombres individuales”. Después lo tomó Bolívar para el discurso de Angostura…

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