Opinión Nacional

Socialismo à la Chávez

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La última ocurrencia de Chávez son los criaderos de peces en los techos. No se sabe si es una reacción al trágico asesinato de la pesca industrial venezolana o simplemente una extensión de sus previas y fracasadas ideas de gallineros verticales y cultivos organopónicos, en cada casa. De seguir así los habitantes de las ciudades socialistas, que por cierto no serán nunca dueños de sus viviendas, tendrán o tendremos que renunciar a la división del trabajo y dedicarnos producir caseramente. “El hogar productivo”, será el nuevo slogan socialista. Además de lo agropecuario que puede incluir chivos y, porque no vacas, tendremos que construir nuestros muebles y coser nuestra ropa, entre otras cosas.

Suena ridículo, pero estamos en un proceso involutivo que no sabemos a donde llegará. Frente a la epidemia de Denge, poner mosquiteros. Frente a la inseguridad, meterse en la casa temprano. Frente a la falta de electricidad comprar planticas eléctricas. Es decir, que cada quien se resuelva por su cuenta, pues ni el gobierno ni la moribunda empresa privada podrán resolver nuestros problemas cotidianos. Como en Cuba, los que logren mantener sus vehículos tendrán que arreglárselas para reconstruir las piezas dañadas, pues en la economía planificada por el gobierno, el transporte privado es burgués.

El gobierno ya está abierta, decidida e ineficientemente suplantando a la empresa privada, a sus industrias, tierras productiva y sistemas de distribución. El funcionariado se encargará del petróleo y de quedarse con los dólares y de hecho o derecho controlar la economía. La iniciativa privada, con suerte-pues en Cuba no es así-, se circunscribirá a algunos servicios como los de peluquería, papelerías, alquiler de teléfonos, ventorrillos de comida, etc. Nada de Polar u otra empresa de importancia, ellas deben doblegarse o desaparecer. Y nada de sindicatos. Los grandes proyectos petroleros, así como los trenes, metros, carreteras u hoteles, serán impulsados por el gobierno central. Los empresarios extranjeros y los “países amigos” participaran en estos grandes negocios, ávidos de petrodólares.

Imaginémonos lo que haremos al volver cada día a nuestro “hogar productivo socialista”. No, no iremos a descansar, tendremos que sembrar y cuidar nuestros peces y gallinas, y de allí comer, luego coser o reparar el carro. Y para vender esos productos no utilizaremos dólares, ni siquiera bolívares, sino esas monedas comunitarias que creímos eran de mentira. Parece broma pero el asunto es mortalmente serio.

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