Opinión Nacional

Son pura cháchara

En 2007, los vecinos del sector La Esmeralda del barrio Ojo de Agua no contaban con una cancha deportiva y sus calles eran de tierra o de reconeco (restos de asfalto compactado que se retira de otras zonas a las que se asfalta).

Hace cinco años, cuando no teníamos el cargo que hoy ejercemos, fuimos a visitar a Doris (vecina que prepara el mejor hervido de la zona), compartimos con la comunidad en un terraplén que ellos mismos habían conservado sin construir para que durante los fines de semana se organizaran tremendas caimaneras. Ese domingo no fue la excepción. Mientras esperábamos a que el hervido de Doris estuviera a punto, nos sentamos en la platabanda de una casa a mirar el partido de fútbol-sala (o fútbol-tierra) que jugaban los muchachos. Al rato comenzó a llover y la tierra se volvió charco y pantano; aún así el juego continuó. Todos terminaron empapados y llenos de barro. Ese día decidí que de llegar a ser alcalde de Baruta dotaríamos a esa comunidad de su cancha.

Cumplimos. Un año más tarde, el 20 de diciembre del 2009, todas las calles del sector habían sido hechas de nuevo. Por lo empinado de la zona se construyeron de concreto (muchísimo más costoso que el asfalto pero de muy larga duración). Se empotró por debajo toda la red de aguas servidas, se construyó una cancha de usos múltiples de la mejor calidad y hasta se instaló un parque infantil para los más pequeños. El 4 de enero siguiente subí al barrio sin avisar para darle el feliz año a Doris y a los demás vecinos. Nuestra decepción y furia fueron inmensas al ver que tanto el parque infantil como la cancha habían sido destruidas. Le habían caído a mandarriazos al tobogán, a los otros equipos y también a gran parte del piso. En sólo 15 días de entregadas las habían destruido.

Me retiré muy molesto diciéndole a todo el que me encontré en el sitio que la municipalidad les había cumplido y que no repararía los daños, porque volver a invertir dinero en arreglar algo que se acababa de entregar nuevo era irresponsable e injusto con el resto del municipio que necesitaba reparaciones en sus instalaciones.

A los pocos días, un excelente funcionario de Polibaruta fue a verme y me propuso que él y su equipo de voluntarios se encargarían de organizar a la comunidad, que le diera otra oportunidad al barrio y reparara la cancha. A regañadientes accedí y la reparamos.

Así nació el programa «Comunidades Libres de Violencia». Se organizaron equipos, se dotaron de uniformes y las caimaneras comenzaron a organizarse como minicampeonatos. Aun cuando el programa resultó un verdadero éxito y logró – a través del deporte y la integración comunitaria (utilizando esa cancha y la que está a la entrada del barrio, sector El Progreso)- disminuir de 17 homicidios anuales a uno en todo el barrio Ojo de Agua, lo que no logramos fue que la propia comunidad cuidara su cancha. Once meses después los tableros de básquet habían sido destruidos, las mallas de las arquerías destrozadas, las paredes y el piso grafiteados y parte de las rejas rotas.

Cuando la comunidad volvió a solicitar en el presupuesto participativo la reparación de la cancha, nos negamos. Mientras los vecinos del sector El Progreso se organizan anualmente y junto a la alcaldía pintan y conservan su cancha, la comunidad de La Esmeralda, dentro del mismo barrio, había sido incapaz de organizarse y se sentía con el derecho de que la cancha la reparara la municipalidad tantas veces como fuera destrozada por ellos mismos.

Ahora que estamos en época electoral el candidato del PSUV, es decir, del Gobierno Nacional (que nunca había pisado el barrio), se presentó en la cancha construida por nosotros, tomó fotos y las exhibió en un programa de televisión argumentando que tenemos abandonado el barrio y que, de ganar, reparará la instalación. Cuando no se sabe ni dónde se está parado (parado sobre una obra de nuestra gestión municipal), tratar de engañar con una foto resulta muy sencillo.

Como no soy candidato, puedo recomendarles a los miles de candidatos a alcaldes y concejales que están recorriendo las calles del país dos cosas: 1. Conozcan bien a sus municipios e indaguen a profundidad la verdadera historia de cada caso; y 2. No prometan cosas que no van a poder cumplir, deben estudiar muy bien cuáles son los ingresos que tiene su municipalidad y hasta dónde les llegará a arropar la cobija en caso de ganar.

A mis lectores y electores: no crean en promesas de campañas de quienes no tienen ni la menor idea de lo que sucede o ha sucedido en donde aspiran a ganar. Esos que mucho prometen y poco conocen son pura cháchara (Capriles dix).

 

 / @GerardoBlyde

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