Opinión Nacional

Sotanas desechables

Sí hay algo que asemeja a los autócratas contemporáneos de izquierda, es su hipocresía, su falta de pudor para mentir y la manera inescrupulosa como se desentienden de sus dichos y acciones pasadas. Fidel Castro y Hugo Chávez son dos buenos ejemplos.

El primero, una vez fracasado el asalto al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba, y deambulando prófugo por las estribaciones de la sierra, consiguió entregarse a las autoridades bajo la protección de Monseñor Pérez Serantes, obispo de la diócesis, lo cual le aseguró que no hubiera represalias en su contra y enfrentar un juicio con todas las garantías a pesar de lo poco respetuosa que era la dictadura batistiana en cuestión de justicia. A pesar de haberse graduado como bachiller de un colegio jesuita lo primero que hizo al llegar al poder con la ayuda de la Iglesia, entre otras instituciones, fue arremeter contra ella. Expropió las instalaciones de todos los colegios católicos y seminarios, incluyendo el suyo, y expulsó sin misericordia a los curas y hermanos españoles que habían sido sus maestros y mentores.

El segundo una vez derrotado ante la desobediencia del Alto Mando en la noche del 11 de abril, acudió rápidamente a solicitar la protección de Monseñor Baltasar Porras y posteriormente cuando iba camino de Cuba, según su voluntad expresa, pidió a Monseñor Velasco que lo acompañara a la Orchila para evitar represalias mientras se tramitaba su petición. En vez de sentir agradecimiento por el gesto de los prelados, a los pocos meses ya los estaba acusando de tener al diablo bajo las sotanas. Y todavía peor, cuando permitió con bajeza, que bandas de facinerosos a su servicio profanaran con insultos y acciones vandálicas las exequias del Arzobispo en las afueras de la catedral.

Cómo sabe que la inmensa mayoría del pueblo venezolano se dice y siente católico, es lo suficientemente hipócrita para hablar de Cristo y abrazar la cruz mientras acusa al Cardenal Castillo Lara y a la Conferencia Episcopal de mentirosos. No soporta las verdades cuando señalan que el odio y la intolerancia son mecanismos para mantenerse en el poder y que se gobierna sólo para el grupo minoritario que lo apoya, desconociendo el mandato constitucional y democrático.

Así actúan estos señores, ven a los curas y a la iglesia con carácter utilitario. Cuando ya no les sirve desechan las sotanas.

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