Opinión Nacional

Súmate somos todos

La citación a Alejandro Plaz y a María Corina Machado por parte de Isaías Rodríguez (a través del fiscal 6º del Ministerio Público), para que rindan declaración como imputados en relación con la averiguación penal que se inició a mediados de febrero pasado, justamente después que Hugo Chávez acusó a Súmate de traición a la patria y conspiración, se inscribe en las amenazas que el jefe de la “revolución bonita” ha desatado para impedir que se lleve a término el referendo revocatorio. Nadie puede imaginarse que esa consulta, contra la que la banda de los tres que controla el Consejo Nacional Electoral levanta toda clase de obstáculos, se realice sin la activa participación de la asociación civil que durante estos años ha demostrado un nivel de eficacia y transparencia infinitamente superior a la del organismo cúpula del sistema electoral. Súmate es el CNE del país. El otro, el que controlan Carrasquero, Rodríguez y Battaglini, es el de Chávez y su régimen.

Tal ha sido la calidad del trabajo de (%=Link(«http://www.sumate.org/»,»Súmate»)%), que ha demostrado que los procesos electorales pueden realizarse sin la participación del Plan República y de los organismos del Estado, incluido el CNE. Es precisamente ese altísimo nivel de calidad lo que perturba e indigna a Chávez. El jefe de los círculos bolivarianos vive cómodo en el pantano de la incompetencia y de la destrucción. Incluso las alimenta. Caracas es un ejemplo excelente. Como nunca antes la capital ha sido sometida a un bombardeo tan inclemente. Desde el ornato hasta los servicios públicos, todo sucumbe frente a la incuria del gobierno central y de la Alcaldía de Libertador. El teniente coronel no admite la participación organizada, consciente y creativa de los núcleos más lúcidos de la sociedad. Le gusta, por el contrario, la vocinglería, la montonera que levanta polvo, en las que sus gritos de capataz pueden retumbar. Se siente a gusto con los tarifados de la“esquina caliente”, con los pistoleros de Puente Llaguno, con los invasores de tierras e inmuebles, con los patoteros que de vez en cuando asedian a Globovisión o a Radio Caracas Televisión, o que profanan imágenes de vírgenes. Esta sí es “participación popular”. El “protagonismo” que propicia es el que está movido por el odio y los deseos de revancha. Chávez no le perdona a Súmate que el trabajo sistemático de estos ciudadanos, les proporcionen a la oposición y al país democrático las herramientas para impedir que se materialice el fraude tramado por el autócrata y sus agentes.

Acusar a Súmate de traición a la patria y conspiración por haber recibido ayuda financiera para organizar El Firmazo y El Reafirmazo resulta tan bufo como el episodio de los paramilitares. Los auxilios que reciben las organizaciones de la sociedad civil venezolana de fuentes internacionales como la Nacional Foundation Democracy, provienen de instituciones y organismos que deben rendir cuentas claras en sus respectivos países. Son organizaciones sometidas a controles rigurosos por dependencias estadales que las supervisan para impedir que se les utilice para el lavado de dinero proveniente de actividades ilícitas o para evadir impuestos. Esas subvenciones están permitidas por convenios internacionales, y forman parte del tramado que ha ido tejiendo la globalización. Sin embargo, lo mismo no puede decirse de los soportes financieros que recibió Chávez durante su campaña electoral de 1998, por ejemplo del Banco Bilbao Vizcaya, ni de las dispendiosas transferencias que hace al gobierno de Fidel Castro, a los cocaleros de Evo Morales en Bolivia, a los piqueteros y a las Madres de la Plaza de Mayo en Argentina, a los líderes del Frente Farabundo Martí en El Salvador y a todos los fanáticos antiglobalización que pululan en el continente. ¿Pueden calificarse de traidores a su patria todos estos grupos? No. Se les puede acusar de vivos y oportunistas, que se aprovechan del manirrotismo de Chávez, generoso con reales que no le pertenecen.

El uso abusivo por parte de Hugo Chávez de los recursos públicos para financiar grupos subversivos y actividades antidemocráticas e inconstitucionales en América Latina, además, no está sometido a ningún tipo de control por parte de la Asamblea Nacional, la Contraloría General de la República o cualquier otro órgano del Estado venezolano. Las ayudas, auxilios, transferencias y subvenciones que concede el Gobierno de Chávez no son auditadas, ni auditables. Responden al criterio discrecional, “revolucionario”, del Presidente de la República, para quien la Hacienda Pública es su hacienda. La partida secreta, que a Carlos Andrés le costó su salida de Miraflores una vez que el aquelarre montado en su contra tuvo éxito, en el caso de Hugo Chávez se ha transformado en un instrumento sin control para sobornar, chantajear y comprar lealtades que se venden al mejor postor. ¿El pago a los bufetes norteamericanos contratados para hacer el lobby que permita limar la imagen de ogro del mandatario venezolano, está sometido a algún tipo de auditoria o control? Podemos esperar la respuesta de Clodosvaldo Russián cómodamente sentados en una poltrona.

Las acusaciones y amenazas contra Súmate forman parte de ese dispositivo que intenta fulminar el referendo revocatorio. El dictador ataca los emblemas de la organización para sembrar temor y desilusión en la colectividad. Táctica que suele provocar el efecto contrario. Alejandro y María Corina seguramente se habrán ocupado de formar los cuadros que puedan sustituirlos en el caso de que a ellos el déspota les impida estar al frente de la organización. De todas maneras, Súmate somos todos.

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