Opinión Nacional

Televisora de fastidio público

En Venezuela, la diferencia entre lo público y lo privado se nota en cosas muy protuberantes, pero también se ve en pequeños detalles. Señalo uno vivido por todos hace muy poco.

El canal 2 RCTV, privado, concluyó sus transmisiones con precisión de relojero exactamente a las 23 horas 59 minutos 59 segundos del domingo 27 de mayo. Le tocaba asumir el relevo, al siguiente segundo, a la nueva televisora Canal 2 Tves, pública. Bien, esta se tardó nada menos que veinte minutos en poder transmitir algo. No digo algo potable sino, cualquier cosa, pero algo.

Lo que nos espera a los venezolanos es muy parecido a este pequeño cuento. Veinte minutos en televisión son una fortuna, representan millones de bolívares en pérdidas… pero qué carrizo le importa eso al Estado venezolano dirigido por el señor Chávez y su pandilla de ineficientes rojos rojitos…
En la medida que el señor Chávez va actuando en nombre de nosotros los ciudadanos, sin consultarnos, en su particular idea de ejercer «la soberanía nacional», en esa misma medida los ciudadanos vamos perdiendo calidad de los servicios, espacios de movimiento, libertad de expresión, calidad de vida y déle.

Curiosamente, por alguna extraña razón que, no sé, quizá tenga que ver por un morboso gusto por la autoflagelación, muchos, muchísimos venezolanos aun celebran que el Estado tome posesión de bienes que por definición son de los privados, es decir, de los ciudadanos. No puede ser peor el resultado que nos muestran los 40 años de fracasado socialismo light y los 8 años de pasticho ideológico y cretinismo, al que todavía algunos les da por definir con el altisonante nombre de revolución.

Lo que nos muestra la pantalla del Canal 2 Tves no es sino decepcionante. Es cierto, no podía ser de otra manera, en manos públicas y peor aun, en ‘estas’ manos públicas.

Decir hoy que la programación de RCTV siempre fue formidable es como hablar maravillas del que acaba de morir cuando hace horas, en vida, se habló pestes de él. Como toda empresa, como toda obra humana, RCTV tuvo muchos aciertos y muchos errores. Más de los primeros que de los segundos, aseguraría.

La inversión que sus dueños hicieron en la planta siempre se vió, se palpó. El televidente, en su nunca bien ponderada libertad de escoger, favoreció al canal en muchísimas oportunidades. Claro, en el mundo del señor Chávez, todos esos televidentes están equivocados. El es el único que tiene la razón.

Una televisora, para que sea de servicio público, de verdadero servicio público, debe cumplir con un requisito primordial, un requisito que por elemental a veces pasa desapercibido. Ese simple requisito es que la gente la vea, que el televidente la favorezca con su audiencia. Este ligero detalle al parecer se les olvidó a los brillantes pensadores que están detrás de Tves.

El gusto, la calidad, la modernidad, el tema de actualidad, el entretenimiento, la vivacidad, en fin, todo aquello que hace de una televisora de hoy un proyecto interesante y un medio para ser visto, brillan por su ausencia en Tves.

La tristeza, el mal gusto y el aburrimiento son los pilares sobre los cuales se sostiene este canal, que más que nuevo parece un «novato viejo». Como dato eminentemente risible, me resaltar las películas que, ya traducidas al español, muestran subtítulos en inglés. Patético. Como todo lo que el señor Chávez, con su gloriosa espada, va dejando por donde camina.

En el proyecto del señor Chávez, hay chequera y – todavía – poder para quitarle la señal a RCTV y fundar una nueva televisora. Lo que no hay es chequera – ni poder – para comprar el gusto de la teleaudiencia. En algún momento, el señor Chávez se sentará a preguntarse por qué diablos, si él nos los ordenó militar y solemnemente, no estamos los ciudadanos viendo su basura de canal. No faltarán, por supuesto, las focas que con las mismas manos que lo aplauden, se cogen los reales que no son suyos. Pero esos son y seguirán siendo cada vez más minoría.

La conciencia del venezolano se está elevando a saludable velocidad. Se va dando clara cuenta del lugar hacia donde nos conduce este experimento. Un experimento que a veces, por sanidad mental, queremos ver hasta cómico, pero que en el fondo es una triste tragedia que pagaremos muy caro.

El anuncio de la incorporación de supuestos «500 productores nacionales» no hará sino profundizar la ya pésima calidad. Es cuestión de tiempo. Y no lo afirmo porque en Venezuela los productores independientes sean de bajo nivel, que no lo son en términos generales, sino que se impondrá aquello de que «el cliente siempre tiene la razón». Lo que les pedirán y lo que les aprobarán desde Tves marcará la pauta y dudo que algún productor de calidad se rebaje a ello. Cambiaremos basura de afuera por basura de aquí. Tronco de desarrollo endógeno.

Lo lamento por Marta Colomina quien anuncia en sus programas un somnífero de marca reconocida. Le salió un temible competidor con esta soporífera televisora.

Más que de servicio público, es una televisora de fastidio público.

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