Opinión Nacional

Teodoro Petkoff: la era de hielo

Se rompió la nuez y los cotiledones que eran murallas que protegían los sueños de los grupos opositores quedaron aplastados por las terribles patas del mamut colmilludo. Peligrosamente se desatan las pasiones, se disloca la jauría en los corrales internos del reino perdido. Se presagia una guerra de colmillos, una guerra a muerte entre los herederos del pantano.

Todo estaba imbécilmente calculado. Las hienas atacarían en medio de la oscuridad y luego llamarían al resto de la fauna opositora para reinar sobre las miserias de la república, pero las inquietas patas del mamut tropezaron con la nuez y destrozaron el semillero del odio.

Están confundidos, ojalá que los afilados colmillos no se hundan en el cuerpo sagrado de la Constitución ni en el suelo fértil de la patria eterna. Si se altera el equilibrio alcanzado por la democracia revolucionaria y se retrocede a los tiempos de la escarcha puntofijista, en ese mismo instante comenzaría la era de hielo.

Precisamente, el lanzamiento de la candidatura de Teodoro Petkoff fue frío, insípido e incoloro. Parecía el llanero solitario, nadie le acompañaba, ni siquiera frijolito. Sólo se veían las sombras del pasado y su pelo despeinado hace suponer que viene impulsado por los vientos del norte. ¿Será que le han prometido ser el jefe de un gobierno gélido?
En medio de los medios y acompañado por la soledad anunció su sueño -ya frustrado por cierto- de ser presidente. Pero el problema no es querer sino poder, es decir, ahora no llega quien quiere sino quien puede. Más todavía, llega quien esté enlazado con la esencia y las entrañas del pueblo soberano. Y ese líder ya está, anda por ahí sembrando las semillas para que germine la conciencia revolucionaria en Venezuela y toda la América Latina.

No obstante, como venezolano, como ciudadano de doble discurso, como hombre que navega sin escrúpulos de la izquierda hasta las aguas de la extrema derecha, como guerrillero que fue y luego empleado sumiso de Caldera, como revolucionario y amigo de “pancho pistola”, amantes ambos del puntofijismo, él tiene derecho a revolver la tierra de su fosa. Nadie lo puede obligar a descansar eternamente en el cementerio de la oposición.

Tampoco estamos obligados nosotros a ocultar las mortajas que ha ido dejando Teodoro en su zigzagueante trajinar. Ayer guerrillero, hoy amigo de los fascistas y de los sepultureros que durante cuarenta años frustraron los sueños del pueblo venezolano. Si sobrevive y sale ileso de esa guerra de colmillos, véngase al territorio de las reglas del juego democrático. Aunque debo decirle, que el pueblo ya tiene su líder y no hay posibilidades para usted.

Saludos a todos aquellos amigos que me reclamaban la ausencia de casi dos meses. Estoy de vuelta y con la disposición de contribuir en el debate político.

*Politólogo.

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