Opinión Nacional

Teodoro y que dificil es ser demócrata

Ser consistentemente demócrata es difícil. Es tan difícil como no ser racista o sexista. Uno puede creer que no es racista y puede hablar contra los racistas y puede comportarse en general como no racista, pero llega un cierto momento, el de las chiquiticas, en el que el racismo, ese que inevitablemente le viene a uno por la vía de la socialización y por internalización del “weltanschauung” de sus padres y congéneres, se le sale como los sapos y culebras brotan de la boca de Jack Nicholson en las Brujas de Eastwick.

Hace unos días alguien me señaló que un chiste que hice que involucraba un marico era señal de mi subyacente homofobia. Le argumenté que no tengo nada contra los homosexuales y que yo mas bien me vanagloriaba de mi espíritu liberal de siempre que, siendo yo heterosexual, me llevó a aceptar la libertad de cada quien de practicar sus preferencias sexuales y me permitió incluso tener amigos abiertamente homosexuales. Si pero, me replicó mi interlocutor, ridiculizar un comportamiento típico de homosexuales es una discriminación como lo es hacer un chiste ridiculizando un negro, un gordo o un borracho. Sus argumentos me han hecho pensar en lo difícil que es ser intelectualmente consistente para hacer corresponder siempre lo que se piensa y lo que se dice con los comportamientos y reacciones ante los demás y ante la vida. A uno siempre lo traiciona el subconsciente.

Esto parece que fue lo que le pasó a Teodoro Petkoff con las primarias. Él piensa que es y dice ser demócrata. Así se nos presenta. Sin embargo, cuando le toca reaccionar en una situación en la que sus intereses políticos particulares están en juego entonces los principios de la democracia pasan a segundo plano. Si tiene que escoger entre un método para encontrar la candidatura única en el que participe el pueblo directamente y otros en los que sólo intervengan negociadores políticos fuera de la incomoda presencia de los votantes, escoge uno de estos últimos. Se parece a un ingeniero que trabajaba conmigo en el mantenimiento de la Ciudad Universitaria en 1961 y que me decía: “si no tuviéramos estudiantes la Universidad estaría mejor conservada y nuestro trabajo sería mas fácil”.

Teodoro dice que la proposición de unas elecciones primarias es superficial, ingenua e irresponsable. La asemeja a la fatal ingenuidad de Carmona creyéndose dictador y la encuentra llena de riesgos entre los cuales destaca el de que se obtenga baja participación de votantes. Tuvo meses para oponerse claramente a la idea de las primarias y no lo hizo hasta ahora quizás porque sabía que ella surgió de la base de ciudadanos y contra esta un candidato, obviamente, no puede disentir públicamente. La posible baja participación le preocupa como si ella no fuese una posibilidad soberana de los votantes.

Para Teodoro el culpable es SUMATE. Nosotros, los millones que queremos las primarias, no importamos. Ni siquiera nos menciona. SUMATE es el aguafiestas porque es quien hace posible nuestro deseo de elegir. Que SUMATE presente la inexorable realidad del poco tiempo disponible es calificado como insolencia y autoritarismo inaceptable. O sea, el que pone un ultimátum no es el tiempo que el mismo Teodoro ha perdido politiqueando a ver si evitaba las primarias, es SUMATE porque lo evidencia públicamente cuando explica el cronograma que ahora es posible. ¡Que desvergüenza! Lo que es insolente es creer que los votantes somos estúpidos.

Desde hace tiempo he argumentado que los males sociales que padecemos los venezolanos provienen en última instancia del deterioro moral y ético de nuestra población y en particular de nuestros políticos. Creo que han sido las bases éticas de la acción de los gobiernos las que han faltado. En mi opinión, lo que le ha sido negado al pueblo venezolano son políticos y gobiernos honestos, equitativos, justos, compasivos, responsables, cumplidores, austeros y en general decentes. Para ejercer las funciones públicas no se ha escogido a los mejores sino a los incondicionales. Nunca se han cumplido las promesas de que se perseguirá y castigará el crimen, que se dirá la verdad, que no se ocultará información, que no se usarán los recursos públicos para fines privados y que la gestión será ciertamente honesta y transparente.

No solo es esto lo que Venezuela necesita desesperadamente sino que además es lo que definitivamente diferenciaría una oferta verdaderamente democrática de la de Chávez. Por la vía de la definición novedosa de programas sociales no se logra diferenciación. En última instancia, ellos son aspectos administrativos y de asignación de recursos de la acción de gobierno cuya pertinencia y eficacia relativa dependerán poco de lo novedoso de su formulación. En cambio, tendrán más probabilidades de éxito si se fundan en la calidad intelectual y sobre todo ética de los administradores de turno. Así que dar subsidios en billetes de a 10.000 o con cesta-tiques es lo mismo. Lo importante es si quienes los reparten no son ladrones y están moralmente comprometidos con el bien social.

Por estas realidades es que me afirmo en mi creencia de que es muy importante que el nuevo liderazgo que conduzca la reconstrucción tenga bases morales y éticas inconmovibles que se hagan explícitas y se le garanticen al pueblo. La lucha contra las crápulas intelectuales que Chávez dejará atrás en las instituciones del Estado tendrá mucho más éxito si quienes la conduzcan se sustentan en principios éticos de valor universal y no negociables.

Esos son los valores que le exijo a quien vaya a recibir, eventualmente, mi voto y entre ellos está el compromiso a ultranza con la democracia y con la participación del pueblo, sin discriminaciones y sin excepciones. Todavía creo que Teodoro es un político íntegro que se distingue por sus valores morales y éticos pero en esta instancia me parece que lo traicionó el subconsciente y eso para mí lo invalida como candidato.

Me preocupa sonar a cura moralista y fundamentalista porque no lo soy. Me apresuro entonces a pedir que se tomen estas posiciones mías como resultado, por supuesto, de mis propias posiciones éticas pero en este caso como reforzadas por observaciones y reflexiones realistas sobre lo que ha sido la causa principal del fracaso político e histórico del chavismo: su falta de ética, su dependencia del engaño, de la triquiñuela, del abuso de poder, del robo y de la trampa para lograr sus objetivos. Es por eso por lo que ha perdido tanto pueblo y es contra eso que debemos diferenciarnos.

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