Tiempos difíciles
Estamos logrando mucho, pero los fanáticos y obcecados se rehúsan a entenderlo
Estas últimas semanas han sido particularmente duras para los venezolanos. No me refiero a la escasez, ni a la represión, ni siquiera a las confesiones de Mario Silva. Lo que más me ha llamado la atención es el tono cada vez más desagradable y virulento que está adquiriendo el trato entre las personas, aun las que están supuestamente en el mismo bando político.
Los cambios en Globovisión han desatado pasiones. Nunca pensé que dicho canal de televisión fuera ” mío”, así que no he sentido que nadie me lo está quitando. Pero, aparentemente, en Venezuela mucha gente creía tener derechos exclusivos sobre esa televisora. He tenido relaciones cordiales con los periodistas de esa planta, quienes de vez en cuando me invitaron a sus programas. Pero nunca he pensado que puedo exigirles un comportamiento que a mí me parezca adecuado y mucho menos execrarlos porque no renuncian a sus puestos, por razones que considero absolutamente personales y respetables. Pues bien, esas reflexiones, que creo razonables, me han valido los peores insultos de personas que se dedican a cambiar al mundo desde la comodidad y el anonimato de Twitter.
Por otra parte, los voceros del Gobierno han recibido en forma destemplada el viaje de Henrique Capriles a Colombia, negándole su legitimo derecho a representarnos en el exterior. La labor en el área internacional de María Corina Machado, también los ha enfurecido. Los chavistas se indignan porque ambos líderes han sido una revelación: han conseguido con su trabajo, inteligencia y atractivo mediático, que la voz democrática de Venezuela vuelva a ser oída en el mundo. Estamos logrando mucho, pero los fanáticos y obcecados se rehúsan a entenderlo.
