Opinión Nacional

Tocar fondo

Difícil es definir lo que es ‘tocar fondo’. Nadie lo sabe con exactitud. Hay quien lo presume, o lo supone. No existe un ‘tocafondímetro’ (favor no confundir con otra cosa…) que permita medir cuándo es que se ha llegado a ‘tocar fondo’. Lo cierto es que al parecer mucha gente está convencida que ya hemos llegado a ese extremo, o estamos a punto de hacerlo.

Creo que nunca se toca fondo. Que cuando creemos haberlo tocado, todavía se puede bajar más. Estar peor. Si no, que lo digan los regímenes de Hitler, Mussolini, o de Pinochet más recientemente. O las economías de Nicaragua o Argentina, en sus picos inflacionarios. ¿Hay algo peor que Chávez? Seguro. No les quepa la menor duda.

En lo que se refiere al país, el deterioro es simplemente brutal. El sistema bajo el cual vivimos ha dejado de ser una democracia. Las instituciones, ya bastante golpeadas y disminuidas, se han perdido casi en su totalidad. Los poderes del Estado son marionetas del Poder Ejecutivo, único y principal. No hay división de poderes.

No existe administración imparcial de justicia. No existe discusión y aprobación de leyes sino aquellas que ordena el Ejecutivo. No existe defensa del ciudadano si disiente de las ideas del gobierno. No existe vigilancia y contraloría del uso de los recursos del Estado. La propiedad privada es progresivamente desconocida. La fiscalía no es sino un apéndice del mandamás dirigida por un bolsa sin ánimo mayor que el de ser un empleaducho lleva y trae.

Una tradicionalmente bien gerenciada industria petrolera no es ahora sino una caja chica. Que en lo técnico deja sin mayor vergüenza perder campos petroleros, y en lo administrativo es blanco de la voracidad de unos pocos, que no han hecho sino saquearla a cuenta de «ayudar a los pobres» en formas de gobierno paralelas, no aprobadas por nadie, pero que constituyen las mayores consumidoras de recursos del Estado. Estamos en manos de una banda de forajidos. E ignorantes . Podríamos seguir, pero la percepción es que el país se dirige, con éxito, a tocar fondo. Gracias a este gobierno.

En cuanto a la oposición, la situación no mejora mucho. Después de la frustración del 15 de agosto, el país opositor se ha dedicado a atomizarse. Se ha reducido a unos grupos que se confrontan agresivamente con otros. Menos aún puede existir estrategia común. Las críticas son aún más acérrimas que las que se le aplican al gobierno. La mezcla final incluye un clima de apatía, resignación, conformismo, arrechera, y hasta lo que algunos llaman, equivocadamente en muchas circunstancias, ‘colaboracionismo’. El resultado del 7 de agosto no es sino el derivado de esta fórmula química letal para la supervivencia de los sectores opositores al gobierno.

¿Toca la oposición fondo el 7 de agosto? No creo. Percibo que no hemos aprendido aun la lección. Una lección dura y difícil, mientras una mayoría siga buscando empecinadamente una salida fácil.

No hay victoria posible para los partidarios de la abstención. Tampoco la hay para los del voto. Estamos viviendo lo peor de los mundos, donde no hacemos sino perder, perder, perder…
Vienen las elecciones parlamentarias de Diciembre. ¿Hay posibilidades de hacer un mejor papel que el de ahora? Disculpen mi pesimismo, pero lo dudo. La inscripción de candidatos se cierra en muy pocas semanas y no se ve una estrategia compartida. No se observa una vía que permita defendernos en Diciembre. ¿El resultado? El gobierno no solamente obtendrá las dos terceras partes de la Asamblea Nacional sino que, si acaso, dejará a la oposición las migajas de unos 25 diputados. Para que no se pueda decir que no hay oposición y que esto sí es una democracia.

A esas alturas será que, creo yo, es posible que nos estemos dando cuenta que el fondo anda cerca. Que estamos cerquita de tocarlo.

¿Cuál es la ventaja de tocar fondo, o al menos suponerlo? Me luce que la mayor es la de hacernos reaccionar. De ubicarnos en la realidad. La de desechar los métodos hasta ahora utilizados y buscar nuevas soluciones. Nuevos líderes. Nueva gente. Apartarnos de lo establecido y comenzar a incursionar en estrategias distintas, con actores diferentes. Nos toca madurar políticamente, dejar los histerismos y comportarnos como verdaderos ciudadanos deseosos de un país distinto.

El próximo año se presenta una excelente oportunidad para medirnos frente a esta pretensión hegemónica. Ofrecerle al electorado de oposición la oportunidad de acabar de una vez por todas con la política del pasado, y cortar de raíz la nueva política «revolucionaria» del presente, para montarnos de verdad en el siglo XXI.

Una oportunidad para salir del fondo y olvidarnos de esa estupidez infantilmente socialistoide que se le ha metido en la cabeza al muchacho que nos gobierna, para adoptar la forma de sociedad que probadamente, país tras país y experiencia tras experiencia, ofrece mejor calidad de vida a sus habitantes. Veremos.

El del estribo… El país se hunde. Literalmente. Las principales vías del país van cayendo como barajitas. La capital queda amenazada de quedar incomunicada. Por el este, por el oeste, por el norte, por el sur. Siete años de gobierno lleva ya este régimen. ¿Cómo pueden ahora justificar la falta de mantenimiento, la falta de previsión? ¿Otra vez cargarle la mano al paro de diciembre 2002? ¡Por favor! La ineptitud está entre los signos más resaltantes de quienes nos gobiernan hoy

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