Opinión Nacional

Tragedia del miércoles santo

El nueve de abril de 1952, (Miércoles Santo)
hace 53 años, la Basílica de Santa Teresa, fue escenario de una de las
mayores tragedias colectivas que ha sucedido en el país, cuando en la
procesión del Nazareno de San Pablo, que se realiza todos los Miércoles
Santo, a partir de las dos de la madrugada, la gente despavorida corría sin
rumbo fijo y a su paso atropellaba y tumbaba personas que no pudieron
levantarse.

Como todos los años

Aquella mañana, como todos los años el mismo día, la Basílica de Santa
Teresa estaba a reventar. Los devotos del Nazareno de San Pablo, hacían
cola desde la noche anterior para cumplir con la promesa hecha al Cristo
vestido de morado, con la Corona de Espina sobre su cabeza y la Cruz sobre
sus hombros.

La mayoría eran niños, que llevados por sus mayores marchaban lentamente,
ante la gran cantidad de gente, casi siempre con una vela encendida, signo
de la devoción y la fe.

Carreras y atropellamiento

Como a las 4 y 45 minutos, cerca del Altar Mayor se inició un movimiento
extraño y la multitud comenzó a replegarse. En segundos, comenzaron los
gritos, el llanto, las carreras con tropiezos, y la caída fatal de mucha
gente.

El “tropel”, pues no era otra cosa, corría desaforadamente, empujando,
pasando por encima de los caídos y buscando afanosamente una salida.

Fueron minutos de total incertidumbre. Algunos corrían para salvarse, no
sabían de que o de quien, otros gritaban y trataban de levantar del suelo a
los que se revolcaban ante el peso de los que por ganar la puerta, no les
importaba que pisaban o empujaban a otros.

Niños y ancianos fueron el mayor porcentaje de los muertos y heridos.

Pobres mujeres indefensa ante el atropello general habían caído al suelo
para no levantarse jamás.

Escenas dantescas

46 personas quedaron muertas en el piso de la iglesia, confundidos con
zapatos, carteras, esperma, velas y restos de algún traje de Nazareno.

Fueron 23 niños, 22 mujeres, la mayoría ancianas y un hombre de avanzada
edad.

Varias versiones

Corrieron varias versiones. La del Párroco Hortensio Castillo que señalaba
como un grito de !Fuego ! y !Temblor !, cerca del Altar Mayor, donde
oficiaba la Santa Misa el Padre Marcial Ramírez.

“Era una voz fuerte”, aseveró Monseñor Castillo. Más eso no fue esclarecido
nunca. Un Oficial de la Seguridad Nacional aseguró que una vela había
alcanzado el velo de una dama, produciéndose inmediatamente la alarma
general entre todos los que estaban en la iglesia.

El Padre Ramírez, quien era el mas cercano al Alta Mayor, por estar
oficiando la misa de esa hora, aseguró que nunca vio fuego, ni se percató de
que alguien gritara.

Inútil investigación

En Venezuela gobernaba La Junta de Gobierno que presidía Germán Suárez
Flamerich, con Llovera Páez y Pérez Jiménez a su lado.

El gobierno ordenó una investigación del caso La policía política se dio
banquete apresando políticos, que ni por equivocación van a una iglesia. El
Gobernador del Distrito Federal, Comandante Guillermo Pacanins, se apersonó
muy temprano en el sitio de los sucesos y declaró que todo se aclararía.

Más, ninguna investigación llegó a fondo como para dar luz sobre las causas
del lamentable suceso.

Se preparaba el plebiscito de Pérez Jiménez para diciembre.

! Todo quedó cubierto con el manto del silencio!

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