Opinión Nacional

Traición

La degradación moral, política y ética ha hecho estragos dentro del Régimen. Llegaron al poder con promesas de honestidad, de justicia social y de independencia económica.

En su lugar una banda de Judas, felones y pérfidos, se instalaron con el único fin de enriquecerse. Un plan desleal, falso y resabiado se encargó de ir destruyendo los espacios privados de libertad.

El primer objetivo fue la empresa privada, de esa manera acabaron con miles de puestos de trabajo, subordinando la posibilidad de subsistencia al control del Estado.

Continuaron con la prensa, a fin de ir eliminando las voces que pudieran disentir. Antes le tocó el turno a la producción y distribución de alimentos, para someternos con el fantasma del hambre.

Últimamente lo intentan con la educación, en la mira la autonomía de las casas de estudio.

Con cada escandalo distraían la atención pública, para avanzar fácilmente con la sucia estrategia de ir desnaturalizando todas las instituciones del Estado, las cuales dejaron de servirle a los ciudadanos y se pusieron al servicio del partido de gobierno. Pisoteando con ello la propia Constitución, lo que ya es de por si una traición.

La historia está llena de ejemplos, traidores hábiles para engañar o comportarse de una manera mientras pregonan otra. El más conocido de todos Judas Iscariote, “Santo Patrono” de la traición, quien entrego al Señor con un beso. Como se parece eso, a las cínicas declaraciones y manifestaciones de amor de Maduro.

Pero la traición más grande que vivimos, es la entrega de nuestra soberanía en manos de quien ya una vez intentó invadirnos. Todo el pueblo de Venezuela conoce que Maduro fue entrenado en la Habana y que trabaja desde hace años para los Castro.

Bien claro lo canto Mons. Pedro Freites Romero hace pocos días: “Considero una vergüenza y una gran ofensa para la patria la injerencia directa del régimen cubano en la conducción del Estado Venezolano. ¿Acaso se puede negar la presencia del G2 Cubano en todos los sectores o instituciones del Estado? ¿La presencia de altos oficiales cubanos dando órdenes a militares Venezolanos o su presencia abierta y descarada en el Fuerte Tiuna? ¿ La determinación que tienen en el Ministerio de Educación o sistema educativo y el sistema de salud y deportes?”

Junto a él toda Venezuela se pregunta: ¿Dónde están los miembros de las Fuerzas Armadas Venezolanas?, ¿Qué pasó con la gesta libertaria de Bolívar? El deterioro moral y la corrupción terminaron por comprarlo todo o son simplemente unos traidores, que nos han clavado un puñal por la espalda.

El gobierno no se cansa de mentir con su cara dura. El Consejo Nacional Electoral anuncia resultados que la mayoría de los Venezolanos saben que son mentiras, El Tribunal Supremo de Justicia toma decisiones, que los ciudadanos comprendemos son inconstitucionales. Maduro anuncia un 20avo Magnicidio, que causa risa.

La guinda la pone PDVSA, declarando que la tragedia de la refinería de Amuay fue un sabotaje. Cualquier mentira es buena, con tal de no reconocer responsabilidades y que solo sean las familias los únicos que lloran sus muertos.

Todo esto significa traición al sistema democrático, a nuestros valores nacionales, a la libertad y respeto de nuestro pueblo. El mismo pueblo que ha regado con su sangre esta tierra, desde que inicio al lado de Bolívar, Páez, Urdaneta, Sucre y el Negro Primero, la liberación de la patria del yugo extranjero.

La traición existe desde que abandonamos, desde que nos entregamos al enemigo, desde que traicionamos la confianza depositada por nuestro pueblo, cuando dejamos de ser leales con nuestra familia y los amigos. También existe cuando le damos la espalda a nuestros principios, sean estos de carácter político, éticos, morales o religiosos. Y cuando los que tiene una responsabilidad permanecen impasibles, esperando de manera indiferente momentos propicios a sus propios intereses.

El escritor español Vicente Espinel la definió con esa dimensión de valor, “la traición la emplean únicamente aquellos que no han llegado a comprender el gran tesoro que se posee siendo dueño de una conciencia honrada y pura”.

Algo que falta en el socialismo del siglo XXI, dedicado a la corrupción y a fabricar multimillonarios a toda velocidad, la misma que han utilizado para destruir el futuro de todo los venezolanos y endeudarnos por el resto de nuestros días.

Una traición profunda a ese pueblo humilde que le dio su confianza, al trabajador que aspiraba un cambio, que quería vivir en paz y tener la posibilidad de verse realizado en el futuro de sus hijos.

Todo lo que ingresó se fue en promover amigos en otros países, en las ayudas a las FARC, en los abogados del terrorista Carlos, en conteiners de comida que se pudrieron, en yates, aviones y relojes de marca. En cuentas ocultas en otros países, en mansiones y viajes a disneylandia, en conciertos de Madona, en propaganda.

Sirvió para comprar armas, muchas de las cuales terminaron en manos del hampa, con esas que asesinan todas las semanas en los barrios. Se utilizó para comprar conciencias, para asesinar y perseguir inocentes, para inventar testigos y para pagar manos que dispararon contra venezolanos en las marchas y protestas de la oposición.

En la Venezuela “bolivariana” se traiciona el Ordenamiento Jurídico, existen las leyes pero no se cumplen ni se aplican, sobre todo si estas en el gobierno. Los delitos se utilizan como excusa para destruir la democracia y la separación de poderes, se alimentan las tensiones para entregarle el poder absoluto al autócrata de turno.

Con desparpajo, con cinismo y mediocridad, la “mayoría simple parlamentaria” se despoja de sus funciones, traicionando las razones por las cuales fueron electos. Por lo que cobran salarios faraónicos y con el fin único de obedecer a los intereses de Raúl Castro.

La gente sin principios, vive si memoria, no aprende de la Historia. No ve más allá de su nariz, tiene madera de traidor.

Su mundo lo define una camioneta blindada, un guarda espalda y una chequera. No le gusta la filosofía, leer la Biblia o cualquier otro texto religioso. Judas pudo convertirse en un santo, pero prefirió 20 monedas de oro. Así como él “los Maduro”, “los Cabellos”, las Luisas Ortegas, verán convertirse su nombre en un insulto, sus figuras inspiraran asco. Cuando alguien quiera descalificar a otro los citará, serán recordados como una leyenda negra y porque se utilizaran sus nombres como adjetivos.

Ex Cónsul de Venezuela en Paris

Presidente de Venezuela-Futura, Francia

 

 

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