Tres hombres de estado

El proceso de reorganización de la oposición al Presidente Chávez ha
comenzado, de manera prudente, midiendo cada paso, con aguda
conciencia de la gravedad de dar uno en falso. Es un proceso que
comienza a ser manejado directa y coordinadamente por los tres
candidatos presidenciales de la oposición con mejor opción de victoria
en las presidenciales de Diciembre, actuando como hombres de estado,
anteponiendo el interés del país a sus propias legitimas ambiciones
personales. Teodoro Petkoff, Manuel Rosales y Julio Borges, al acordar
que apoyarían al mejor posicionado de entre ellos ante ese formidable
candidato que será Chávez, se han convertido de esta manera en los
conductores del movimiento opositor y en protectores de la solución
electoral y pacifica, tanto frente a las muy reales tentaciones
golpistas de la derecha, como frente a las no menos reales tentaciones
de fraude del poder.

La aparición de esta tríada de políticos ponderados representa un
cambio fundamental, especialmente cuando se le contrapone al frenético
inmediatismo de la difunta Coordinadora Democrática. Los tres
representan también la ruptura con la corrupción y la incompetencia,
tanto con la del pasado como con la actual. El país ahora tiene tres
nuevos referentes de liderazgo responsable, con un solo mensaje, tan
ambicioso como factible; construir una nueva democracia solidaria
colocando la erradicación de la pobreza en el centro de su acción de
gobierno, cualquiera de ellos resulte ganador. La conformación de esta
tríada de líderes respetados y con arraigo en el electorado ayuda a
disipar la incertidumbre y el desasosiego causados por el descrédito
del viejo liderazgo de la oposición, así como por la percepción de
omnipotencia del Presidente.

Esta actuación conjunta de Petkoff, Rosales y Borges también le dará
empuje y un sentido de dirección al esfuerzo de asegurar la
celebración de elecciones limpias en Diciembre, y obligara a Hugo
Chávez a articular un programa de gobierno mas concreto y, quizás,
hasta a definir que tipo de revolución por fin quiere hacer. O no
hacer, porque se trata de ganar una elección que decidirán los
llamados ni-ni, que han crecido como hongos, y que hoy son, sobretodo,
ni derecha ni izquierda, ni primitivos ni neoliberales, ni oligarcas
ni ñangaras, ni egoístas ni locos. El gobierno y su candidato se
verán obligados a enseriarse, al menos en el discurso.

Los tres candidatos tienen cualidades y talentos que los califican
para la Presidencia y que, por su complementariedad, hace de ellos
naturalmente un equipo de enrumbamiento del país mas allá de la
elección de Diciembre. Demócratas modernos todos, además de compartir
el diagnostico y terapia de la situación de crisis que vive el país
representan a cabalidad el espectro ideológico que hace funcionar un
sistema político basado en el equilibrio de los poderes, la verdadera
democracia.

El trabajo en equipo de estos tres líderes será aun más necesario si
uno de ellos ganara la Presidencia, porque en ese caso será necesario
desarticular la actual centralización absoluta y justamente
restablecer ese equilibrio de poderes. Venezuela seria ingobernable de
reproducirse aquí una situación como la que ha estado viviendo
Nicaragua en la última década, en la que quien es electo a la
Presidencia tiene que Ho-gobernar con Daniel Ortega, quien por su
control de la Fuerza Armada y de la judicatura ejerce un verdadero
derecho de veto desde la oposición.

Nada de lo anterior será posible si los que tienen la posibilidad de
sabotearlo no actúan también con la visión de los tres candidatos,
subordinando sus ambiciones al restablecimiento de nuestra
gobernabilidad democrática. Ello incluye a los viejos partidos
secuestrados por las macoyas de siempre, así como a los recién
llegados a la palestra política. Si el país ha de renacer de sus
cenizas, en esta vuelta les toca apoyar calladamente. Tendrán la
grandeza de hacerlo?