Opinión Nacional

Un canciller de zarzuela

No ya Venezuela, sino la comunidad internacional entera se estará preguntando a esta hora si el canciller de la República Bolivariana de Venezuela, embajador Roy Chaderton, leyó este lunes su discurso ante la plenaria de la OEA en pleno disfrute de sus facultades intelectuales, si estaba teatralizando una obra de confusión ideológica para echar una espesa cortina de humo sobre los desafueros que su gobierno y su representación parlamentaria cometían a esa misma hora en esta suerte de incendio del Reichstag que vive Venezuela desde hace una semana o si seguía el bufonesco guión escrito por su jefe, el teniente coronel, para ir tomando distancias de la comunidad internacional y preparar el terreno para marginarse de la OEA, precisamente la organización internacional más comprometida con una salida constitucional y democrática a nuestra crisis, acompañando de paso a Castro en la ignominiosa soledad de su isla de la felicidad. ¿Última recomendación llegada desde La Habana?. La sospecha no deja de tener una lógica incuestionable: terminar por librarse de lastres y testigos presenciales para asestarle una puñalada a la oposición democrática venezolana y terminar por imponer el proyecto autocrático y dictatorial que Castro y Chávez persiguen para Venezuela desde siempre.

Porque no se explican de otro modo tantas necedades juntas. Chaderton acusó de fascismo a los medios de comunicación venezolanos, de racismo a la sociedad venezolana en su conjunto, atacó ferozmente a los funcionarios de la OEA – indirectamente y en especial a su secretario general, Dr. César Gaviria – y en el colmo del absurdo y ya sin tener a quien atacar en concretó se permitió el delirio de atacar nada más y nada menos que al cristianismo. Una estupidez digna de lástima, si no involucrara el prestigio y la credibilidad de una nación entera. Pues jamás, en toda su historia republicana, tuvo el país un canciller más insólito, de declaraciones más absurdas y desubicadas que este espantapájaros de origen socialcristiano convertido en una suerte de Hebe Bonafini de la revolución mundial.

Estamos, sin duda, ante la clásica demostración práctica del Peter Principle: empujado por una desaforada ambición ha llegado el modesto funcionario de cancillería llamado Roy Chaderton al sitial para el que no estaba ni espiritual ni intelectualmente preparado: conducir la política internacional de un gobierno abigarrado, macondiano, insólito y desfachatado. Así, si el sobrio y brillante presidente de Chile Ricardo Lagos tuvo la ocasión en el Cuzco de conocer de primera mano al cantinflesco presidente de Venezuela, con quien tuviera un violentísimo altercado, ahora tuvo la ocasión de ver en vivo y en directo a su carnal Marcelo. El mundo ya sabrá, por lo tanto, ahora que conoce a Chávez, a Rangel y a Chaderton, en manos de qué hermanos Marx está la república de Venezuela, que fuera hasta hace unos pocos años una nación respetada en el concierto internacional.

¿Caeremos más bajo? Impedirlo está en nuestras manos. Que nada ni nadie nos desvíe de nuestra ruta, para volver a tener ante nosotros mismos y el mundo entero los representantes que nuestra dignidad se merece.

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