Opinión Nacional

Un paciente complicado

Un presidente de una nación petrolera, que subestima a los médicos de su propio país a sabiendas de que su salud corre serio peligro y sale volando a tratarse su enfermedad en un país extranjero como Cuba que carece de la tecnología y de la infraestructura necesaria que otras naciones mas avanzadas en esa materia podrían brindarle en caso de una complicación severa, incurre en un absurdo.

En Venezuela mueren a diario pacientes tratados por la misma enfermedad que padece el presidente, pero otros viven unos años mas de lo estimado por la ciencia médica, y, algunos se curan porque las células cancerigenas desaparecen ante el crecimiento y avance de las células sanas o cuando las bombardean con quimioterapia. Pero un paciente que no obedece las recomendaciones de sus médicos, ni guarda reposo, se convierte en un paciente complicado, por lo que su expectativa de vida resulta impredecible.

Algunos enfermos de cáncer terminal suelen irse a morir a sus casas porque no hay camas disponibles en los hospitales públicos o porque carecen de los recursos económicos para tratarse en una clínica privada. La mayoría de los enfermos en Venezuela aspiran ser atendidos eficientemente por el ministerio medico del estado, que se supone debe velar por la buena salud de todos los ciudadanos. Con los cientos de millones de petrodólares que han ingresado al país y se han malgastado en estos últimos doce años, se habrían podido construir en Venezuela no menos de tres o cinco hospitales-clínicas bien dotadas y con una suite presidencial cada una. Es un desperdicio que el primer mandatario haya tenido que irse a tratar en una aldea de curanderos, cuando que en Venezuela tenemos muy buenos médicos, aparte de que se sentiría mas cómodo en casa, rodeado de sus familiares, de sus amigos y de sus seguidores.

Lo cierto es que en estos dos meses que van del 2012 nos han mantenido en ascuas a los venezolanos con el asunto de la enfermedad del presidente. No nos han dejado escuchar otra cosa que no sean los ruidos de las cadenas y los sonidos de las sirenas que resuenan desde Miraflores y piden pista en Maiquetía. Los vecinos que escuchan toda esa alharaca, dirán que los venezolanos todos no tenemos otro oficio que no sea ocuparnos de la enfermedad del mandatario. Mientras tanto, los homicidios cunden por todo el territorio nacional elevando exponencialmente la tasa de mortalidad juvenil en la Venezuela socialista.

 

 

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