Opinión Nacional

Un paseo familiar recordando a William Niño

El domingo 8 de enero de 2011, me levanté y como siempre inicié el día revisando la prensa, y me encontré con el papel literario del Nacional que estaba dedicado a William Niño Araque y debo confesar que disfrute la lectura de los cuatro artículos (E.Larrañaga,  Fabiola López y Henry Vicente, Manuel Delgado, Tulio Hernández) que reflejaban un hermoso homenaje y se dibujaba el perfil del arquitecto, urbanista, investigador o crítico como lo señala Tulio Hernández y yo diría además  gerente , animador socio cultural.

Pero como en la vida nada es casual, al ver el día tan hermoso, con el cielo azul típico de Enero,  consideré que no podía quedarme en casa sino salir y disfrutar de tan hermoso tiempo, e invité a mi hijo menor y a mi esposo a almorzar al hatillo, durante el trayecto comenté con ellos lo que había leído de William Niño y les expliqué quién era él, y analicé con ellos lo expresado por los autores en este papel literario.

 Eso me permitió expresar en voz alta, lo que generalmente hago cuando recorro esta hermosa ciudad y recordé que había conocido a William como la persona que él era, él estaba allí en cada lugar actuando como uno más, siempre con un papel importante en el evento que se encontraba. Supe de él  por primera vez en la época cuando él formaba parte del equipo de la Galería de Arte Nacional y que por razones de trabajo coincidimos en algunos momentos. La última vez que lo vi y hablé con él fue en el foro “El Ávila como fuente de inspiración. Génesis del placer ciudadano” para felicitarlo por la organización del encuentro y tuve la oportunidad de comunicarle que estaba pintando el Avila, que precisamente en mis cuadros yo expresaba lo que él con tanta pasión exponía en sus artículos y sus conferencias sobre apreciar la incorporación de la hermosa arquitectura de la ciudad con el paisaje del Avila.

Estos recuerdos me permitieron disfrutar de este paseo sabatino en familia, donde con detenimiento centramos nuestra atención en las edificaciones, el paisaje y la belleza del Avia. Por ejemplo el hotel Tamanaco nos permitió apreciar lo que significa una construcción de calidad donde aun se detecta la modernidad de la misma  y desde donde se observa uno de los paisajes más bellos de la ciudad con  esta hermosa montaña al frente (1951-53 G. Guinand)

Al llegar al Hatillo disfrutamos el paisaje, el clima y pudimos conversar y apreciar cada detalle de las casas, la plaza, las calles y la gente que allí vive y los visita.

De regreso, por esas mismas casualidades que a veces nos acompañan en un día, un tráfico interminable en la Francisco Fajardo nos obligó a desviarnos hacia la avenida bolívar y fue nuestro hijo quien expresó espontáneamente sobre la belleza y lo imponente de esta avenida, manifestando como suele suceder que se sentía como si estaba en otro país, esto nos permitió hacerle ver que fue esta la primera avenida moderna de la ciudad, que fue inaugurada en el año de 1950.  Retomamos entonces la observación y los comentarios sobre el paisaje y la arquitectura de nuestra ciudad como lo habíamos hecho al principio.

Nos encontramos entonces con otra construcción hermosa que hace especial el final de esta avenida, como es el edificio del Palacio de Justicia que fue diseñado por el arquitecto Carlos de Llerena en 1983, hicimos un pequeño comentario sobre las torres del Centro Simon Bolivar, porque el Palacio disimula las torres y rápidamente llegamos al casco central de Caracas a la plaza Oleary y la urbanización el Silencio (1941-45 C.R.Villanueva) donde nos extendimos más en los comentarios y en observar los detalles, que realmente son hermosos, la plaza con la escultura Las Toninas de Francisco Narváez,  los pórticos de arcos apoyados en columnas, con un relieve extraordinario donde Villanueva recupera parte del ambiente colonial. Seguimos a la Av. San Martín, no sin antes comentar algo de la Plaza Capuchino. Ante los cambios no mantenidos de este trayecto, captamos la hermosura de la capilla Nuestra Señora de Lourdes (1885)  realmente impactante, lástima que su ubicación no permite apreciar la arquitectura completa de la misma, tan solo se destaca la fachada que sin temor a exagerar o a expresar mi opinión me recordó a Notre Dame (que es la catedral francesa más antigua de estilo gótico) con la diferencia que el tamaño de esta capilla  es más pequeña y sus torres cónicas que me atrevo a decir son más hermosas que las de Notre Dame que son cuadradas, tienen un trabajo delicadísimo, de estilo arquitectónico gótico que pareciera una capilla de dulce. Luego pudimos inmediatamente ver la Maternidad Concepción Palacios, la antigua y la moderna y antes de seguir por la avenida donde como antes expuse se percibe el deterioro de la zona, cruzamos a la izquierda en la esquina de lo que fue la casa de URD que ya no está, y nos encontramos con otra construcción de la época, emblema de la educación de este país “La Escuela Gran Colombia” obra también de C.R. Villanueva (1939).

En esta misma avenida pudimos ver la antigua  casa sindical, también una construcción que se destaca por su sencillez y amplitud, a pesar de que actualmente sus colores no son los más atractivos, se puede apreciar que en su tiempo fue interesante, al lado de esta se encuentra el hermoso Antiguo Club Paraíso hoy Hogar Canario, si bien no se observa casi nada de lo que este fue,  por la vegetación que lo cubre, fue como una película recordar aquellos momentos de las fiestas de carnaval y ratos agradables donde los encuentros con los amigos era lo más divino de esa bella época.

Con tristeza le expliqué a mi hijo y con nostalgia rememoré con mi esposo la ausencia de las quintas hermosas que rodeaban este club y que hoy brillan por su ausencia o las han transformado en negocios descuidados que afean la zona que en su tiempo fue admirada. Aquí recordé cuando Tulio Hernández en su artículo señala que William “Tenía una  mirada de Caracas liberada del pesimismo crónico que desde hace muchos años nos secuestra a todos. Pero también de los formalismos académicos o de las exigencias fácticas del urbanismo planificador”. De esta manera una visión rápida de nuestra ciudad nos  dio la oportunidad de descubrir sus miserias y develar sus misterios como lo señala Larrañaga y pude como otras veces identificar esos puntos que permiten comenzar a armar nuestras propias geografías de lo moderno como lo recuerdan Fabiola López y Henry Vicente en otro artículo de este papel literario.

Terminamos nuestro recorrido en la avenida Páez, donde a pesar de las nuevas construcciones que le dan un nuevo aspecto de lo que antes fue, se sigue apreciando la hermosura de esta avenida donde sus árboles siguen siendo, un paisaje único que aún se puede disfrutar, además el color azul de ese día, la temperatura agradable de 21 grado y el canto de las aves que aun vuelan entre estos hermosos árboles, nos permitió cerrar con broche de oro, un agradable paseo que no fue programado y que quienes escribieron este papel literario pueden sentirse seguros que fue un gran homenaje a Willian Niño Araque, que con su lectura al menos nosotros durante todo un día lo tuvimos presente y lo recordamos por cada rincón que pasamos, entendiendo lo que tan sabiamente en oportunidades quiso hacernos entender.

Con este artículo a un mes de su partida quise recordar y  contribuir como lo refiere Tulio Hernández, le gustaba a William Niño, divulgar y descubrir los conocimientos, sobre el arte, la ciudad y la arquitectura y percatar a Caracas como Manuel Delgado muy sabiamente lo escribe, que William “percibió a Caracas frente al mundo: como un oasis repleto de naturaleza y buena arquitectura, donde producir e imaginar refugiado de las tormentas del mundo exterior”

 

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