Opinión Nacional

¿Un régimen o un mafia?

No mucho tiempo después de empezar la presidencia de Hugo Chávez, se fue haciendo claro que no se trataba de un gobierno propiamente dicho, es decir de un Poder Ejecutivo en el marco de un Estado con contrapesos institucionales de otros poderes públicos, sino que se estaba configurando un régimen hegemónico, o sea un proceso creciente de concentración global de poder en manos de un autócrata.

De allí el tino de no hablar del «gobierno de Chávez» sino del «régimen de Chávez». Pero incluso un régimen hegemónico, sea de derecha o izquierda, no tiene necesariamente que ser un latrocinio de índole hamponil. El «salazarismo portugués» o el «velasquismo peruano», cada uno a su manera, fueron hegemonías políticas pero no necesariamente se caracterizaron por la corrupción generalizada de su entramado gubernativo.

En vísperas de cumplir 10 largos en el poder, la supuesta revolución que lidera el señor Chávez cada vez se asimila más a una montonera ávida de apropiarse del cuantioso tesoro público, y nada escrupulosa al momento de hacer cualquier tipo de negocios delictivos. Teodoro Petkoff ha escrito que la única diferencia entre este régimen y el hampa organizada es, precisamente, la parte de «organizada».

El caso del maletín, por ejemplo, que ya se va pareciendo a esas antiguas caravanas del desierto por lo largo de la cola, está permitiendo revelar los detalles de una realidad harto conocida en su plano general: la relación estrecha e intensa, digamos que «simbiótica» entre el «alto gobierno» rojo-rojito y la boliburguesía emergente. Como diría el propio mandón nacional: no se salva ni bambarito…

Pero quizá donde se pone de manifiesto con mayor crudeza el desempeño mafioso es en el asalto al botín que perpetra buena parte de la familia Chávez en sus predios naturales del estado Barinas. Amparados por la perfecta impunidad que garantiza la sustitución del estado de Derecho por una especie de voluntad feudal, la otrora modesta familia de un maestro de escuela se ha transformado en un clan todopoderoso que no tiene paz con la miseria a lo largo y ancho de los 35.200 kilómetros cuadrados de esa entidad llanera.

Por lo demás, el contubernio con la narcoguerrilla colombiana, la renuncia a diversos convenios regionales de cooperación en contra del narcotráfico, la semiclandestinidad en las variopintas relaciones con Estados relativamente renegados del derecho internacional, la disposición discrecional y «billardaria» de recursos financieros nacionales hacia destinos exteriores, configuran un contexto más que propicio para la actuación criminosa de la nomenklatura.

Y para añadir cinismo al pillaje, estos jerarcas no pierden ocasión de hablar sobre los valores éticos de la revolución…

Gobierno como tal, dejó de ser el de Chávez al poco tiempo de comenzar para volverse un régimen con afanes de perpetuidad. Y ha seguido bajando de escalón porque a Venezuela la desgobierna una mafia con todo y capo de boinacolorá.

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